El uno con el otro. Psicoterapia humanística y existencial


El uno con el otro

Psicoterapia humanística y existencial 

Formas posibles de “relación” entre dos personas como modo de comportarse el uno con el otro:

1. Relación entre dos personas dada por casualidad, por ejemplo: el encuentro que se establece entre el compañero de viaje que nos ha tocado en el avión o en el tren.

2. Relación con carácter de encuentro, por ejemplo: la relación entre dos buenos amigos, o la relación entre dos chicos que se gustan. Esta relación puede presentarse de dos formas diferentes:

2.1. Relación en una sola dirección, por ejemplo: el caso del marco que está referido al cuadro. En este caso un marco siempre se vería como relacionado con un cuadro, pero un cuadro no necesita necesariamente un marco. O, dicho de otro modo, dos chicos, o dos amigos, pueden desear tener una relación de pareja o de amistad, pero puede que uno no la necesite tanto como el otro.

2.2. Relación en dos direcciones, por ejemplo: la relación de la llave con la cerradura. En este caso se establece una correlación de la llave con la cerradura que tendría carácter de reciprocidad como podría ser la relación amorosa que se establece en una pareja.

2.3. Relación de correspondencia, por ejemplo: la relación establecida entre padre e hijo. El carácter de correspondencia vendría marcado por la presencia de un “referente” previo en el trato hacia el otro. Este tipo de relación supone “algo” más que la simple correlación de la llave con la cerradura e implicaría el trato personal expresado a la otra persona que estaría presidido por los siguientes elementos:

                  - el comportamiento y el trato del uno para con el otro

                              - la reciprocidad del encuentro experimentado como algo que se da                                          entre dos

                               - el encuentro de ambos que es siempre algo nuevo y único y no la suma                                de momentos (recordemos el fragmento: nunca nos bañamos dos veces                                en el mismo río)

¿Qué sucede en el caso del psicólogo cuando trata con su paciente?

Para llevar a cabo una terapia no es necesario que el psicólogo establezca un auténtico encuentro personal con su paciente ya que el psicólogo desempeña una función del mismo que la función desempeñada por el cobrador de billetes de tren, el médico o el funcionario de hacienda. En cada una de estas formas de trato neutras puede surgir un encuentro cuando yo me dirijo a la otra persona y me abro a él. Pero esto solo puede ocurrir si ambos libremente lo deciden. Y como este comportamiento depende de uno mismo también es posible evitarlo.

¿Por qué la relación terapéutica debe ser una “relación de correspondencia”?

La relación entre psicólogo y paciente debe ser una “relación de correspondencia” porque ambos deben de esforzarse por encontrar y mostrar a la persona que yace en su interior. De este modo el encuentro entre ambos pasa de ser una función similar a la que se produce con el vendedor de billetes de tren o con el médico, a convertirse en una actuación donde lo importante es descubrir a la persona que ante mí está.

El psicólogo que no se deje arrastrar exclusivamente por la técnica, advertirá en su paciente de la existencia de dos mundos o realidades. El mundo de la realidad física según lo cual las cosas son “esto” y no lo “otro”, es decir, la manera de estar “construida” su realidad como tal. Y el mundo de su realidad personal, de su esencia en cuanto a cualidades intimas. Que es lo que hace que las cosas sean “suyas”, esto es, que para él tenga su propia realidad y sentido.

El psicólogo consciente de esta doble realidad buscará a través de la relación con el paciente instaurar en él un modelo de “referencia” que le permita tomar conciencia de su unidad personal (esto es, de su realidad física y de su realidad personal) así como de la dignidad y la valoración que como persona le corresponden.   

Por lo tanto, fuera del ámbito de la consulta ¿cómo se desarrollaría el encuentro con un amigo o una pareja?

El encuentro entre una pareja o un amigo sólo se da cuando ambos libremente dejan que ocurra. La libertad es un rasgo esencial que me permite decidir si yo simplemente “doy con” el otro o si “lo tomo para algo” (por ejemplo, para la función para la cual él está ahí: haciendo de psicólogo, de cobrador de billetes de tren, o de médico).  O si, por el contrario, me dejo afectar por él (es decir, me dejo conmover por mi encuentro con él) y me abro a él. Esta apertura al otro significa siempre un riesgo, porque yo no puedo saber qué es lo que comenzará en ese encuentro: ¿rechazo, enemistad; confianza, amistad? Pero como quiera que sea, lo que empiezo con ese encuentro es destino. Es decir, es causalidad y no debe desarrollarse a partir de algo anterior –por ejemplo, experiencias pasadas-, sino que siempre aparece de forma instantánea -en el aquí y ahora, sin darnos cuenta, de pronto, se nos da la oportunidad-.  Y, por último, el encuentro sucede siempre desde la posición de uno frente al otro. Los encuentros son siempre cara a cara. El “comportarse el uno hacia el otro” es siempre frontal. De aquí que originariamente la dirección en la que sucede el encuentro es de confrontación. Sólo desde esa posición de confrontación descubro el significado de volver la espalda a mi pareja o amigo o ponerme a su lado.

En resumen, el encuentro entre parejas o amigos, o el encuentro con otras personas (como sería el psicólogo), se produce como resultado de la reciprocidad del conducirse el uno hacia el otro, y está caracterizado por ser un encuentro cargado de causalidad, libertad, instantaneidad y confrontación.


Juan José Regadera. Murcia, 2003

                                


Hasta pronto



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