Habilidades sociales (1ª Etapa): 3. Práctica. Modelo Conductual

 


Habilidades sociales (1ª Etapa): 3. Práctica  

Modelo Conductual


Fases de desarrollo del programa de Habilidades Sociales 

  1. Tenemos que concretar el tipo de situaciones que encuentras más difíciles y aquellas otras con las que sabes te puedes enfrentar.
  2. Discutiremos sobre el origen de esas situaciones, analizando las dificultades y ambigüedades que presentan. Comentaremos además, una serie de posibles soluciones adecuadas. 
  3. Utilizaremos el Modelado y el Ensayo de conducta con retroalimentación en situaciones simuladas lo más próximas posibles a las situaciones de la vida real. 
  4. Las tareas para casa y la autovigilancia de las conductas recién aprendidas es un apartado decisivo en el programa.

Para llevar a cabo este punto con más eficacia os pido que llevéis un diario de vuestra conducta en las situaciones conflictivas. En el anotaréis lo que ha ocurrido antes de llevar a cabo la conducta realizada y las consecuencias, resultante de la misma. Reservaréis una página completa para cada día, haya habido o no situaciones sociales pertinentes para anotar. En el caso de dejar una página en blanco procederéis como en las restantes páginas anotando el día y la fecha en la cabecera de la página. También dividiréis la página por la mitad para apuntar el comportamiento inadecuado de un lado y el adecuado del otro, en las anotaciones que hagáis incluiréis los pensamientos cognitivos tanto los distorsionados como los racionales, según la parte de la página que corresponda. (Este segundo procedimiento podéis realizarlo en el reverso de la página). 

NOTA: Los aspectos cognitivos los comentaremos continuamente a lo largo de las sesiones, dada su importancia. 

Al comenzar el programa de entrenamiento deberéis tener en cuenta las siguientes cuestiones: 

  1. Debéis comprender los principios básicos de la conducta socialmente adecuada. 
  2. Tenéis que estar preparados para empezar el programa, si os encontráis inhibidos o con demasiada ansiedad es adecuado que esperéis un poco. 
  3. No debéis intentar demasiadas conductas a la vez, sino más bien proceder de un modo más o menos progresivo. 
  4. Las conductas iniciales que practiquéis deberán ser escogidas por su alto potencial de éxito, para aseguraros así el refuerzo. 
  5. Tendréis que examinar en vuestro entorno los posibles cambios que se puedan producir a causa de vuestra conducta.
  6. Es conveniente que estéis preparados ante un posible fracaso en vuestros primeros intentos de comportaros de forma socialmente adecuada. El texto que os trascribo a continuación os ayudará a entender mejor este punto: 

“Habrá algunos fracasos en tus aserciones. Estos procedimientos no te llevarán a    un 100% de éxito en todas tus relaciones. No hay respuestas instantáneas o mágicas a los problemas de la vida. La asertividad no siempre funciona… Eres humano. Permítete a ti mismo cometer errores. Te sentirás incómodo, deprimido, desanimado frustrado. Permítete ser humano, luego inténtalo de nuevo… El mayor valor de la aserción de uno mismo es el sentimiento satisfactorio de haberte expresado a ti mismo. El saber que estás en tu derecho de expresarte y el sentirte libre de decir lo que estás sintiendo y hacerlo, son los mayores logros de todo. Normalmente encontrarás que la asertividad hará que las cosas marchen. Pero tanto si funciona como si no, recuerda lo bien que se siente uno de opinar por uno mismo. Hiciste lo que podías, aún si el resultado no fue lo que tú esperabas. Si lo has intentado verdaderamente y has hecho todo lo que podías, es todo lo que debes pedirte a ti mismo”. 

¿A qué se debe que actuéis de marera socialmente inadecuada?

Según el análisis de los cuestionarios que habéis realizado las razones serían: 

  1. Por no haber aprendido las respuestas apropiadas o haber aprendido una conducta inapropiada.
  2. Por el efecto de la ansiedad condicionada os impide responder de una manera adecuada, ya sea a causa de experiencias desagradables o de otros estímulos en sí inofensivos que se han relacionado con situaciones aversivas. 
  3. Porque al considerar vuestra actuación social como incorrecta, elaboráis autoevaluaciones negativas acompañadas de pensamientos “auto-derrotistas”. 
  4. Por falta de motivación para actuar apropiadamente en una situación determinada.
  5. Por no haber sabido discriminar adecuadamente las situaciones en las que una respuesta determinada es efectiva.
  6. Por no estar seguros de vuestros derechos o no creer que tengáis el derecho de responder adecuadamente.
  7. Porque existen circunstancias ambientales o personales que os impiden expresaros adecuadamente o que incluso castigan el que lo hagáis (Ej. ante los padres, con los jefes o superiores, etc.)

Las únicas contrariedades con las que os podéis enfrentar son: 

a) Que vuestro ambiente próximo no tolere el cambio que experimentéis y traten de impedirlo.

b) Que a la hora de realizar la conducta tengáis dificultad para determinar con certeza una respuesta socialmente apropiada de aquella que no lo sea. 

De lo dicho hasta aquí lo que os tiene que quedar más claro es que el que tengáis expectativas positivas con respecto a la posibilidad de una mejoría constituye una importante motivación para que se logre el cambio de conducta. En la transcripción que sigue os ilustro la importancia de este comentario: 

Terapeuta: Me gustaría saber qué piensa sobre la posibilidad de que se produzca algún cambio en usted. 

Cliente: Bueno, no sé. En realidad, no tengo muchas esperanzas de logar un verdadero cambio. Puede haber cambios menores, pero dudo que haya uno fundamental. 

Terapeuta: ¿Por qué? 

Cliente: Porque he tenido problemas desde que recuerdo y me es difícil concebirme como alguien diferente. También porque tengo amigos que han estado en terapia mucho tiempo y hubo pequeños cambios en ellos, pero no grandes y los problemas fundamentales subsisten siempre. 

Terapeuta: Tal como usted lo ve, pues, parte de su pesimismo es consecuencia de la antigüedad de sus dificultades y de lo que sabe de otras personas. ¿Se relaciona también con las dificultades que enfrentó al tratar de cambiar… de socializarse más, de sentirse más cómoda con otros? 

Cliente: En realidad no. Es como si las dificultades formaran parte de mi personalidad, ésa soy yo y no me puedo concebir de distinto modo. 

Terapeuta: A usted le parece extraño vivir sin esos problemas… 

Cliente: Así es… 

Terapeuta: No ser como es ahora. 

Cliente: Exacto.

Terapeuta: ¿Trató en años recientes de aprender algo nuevo, algo que exigiera una capacidad cualquiera? Por ejemplo, ejercicio atlético, conducir o cualquier otras cosas más o menos complicada… especialmente si tuvo duda al principio de poder hacerlo, y logró el éxito al final. 

Cliente: Aprender a conducir me resultó muy difícil. Para la mayor parte de la gente, que aprende en la adolescencia, no existe el menor problema. Pero yo aprendí hace tres años y recuerdo que por mucho tiempo pensé que el mundo estaba dividido en dos tipos de personas: las capaces de conducir y las no capaces. Yo era de las incapaces. Cambiar de categoría, si alguna vez llegaba a hacerlo, me parecía un sueño fantástico. Me sentía estúpida porque sabía que había idiotas que conducían sin dificultad. De algún modo, en un nivel emocional, sentía que yo nunca podría. 

Terapeuta: ¿Y qué sucedió? 

Cliente: Tomé lecciones y seguí insistiendo. Por fin, aprendí. 

Terapeuta: Muy interesante, porque diría que su actitud con respecto al manejo de automóviles (antes de que aprendiera a hacerlo) era muy semejante a la que tiene ahora ante la posibilidad de cambiar en lo que a sus problemas personales concierne. Creo que desde diversos puntos de vista es una situación muy parecida, pues para que finalmente pudiera aprender a conducir, usted tuvo que vencer un pesimismo inicial. Tuvo que insistir, tuvo que aprender a hacerlo gradualmente y tuvo que practicar. De modo lento, al cabo de un tiempo se le fue haciendo más y más automático, hasta llegar al punto en que no necesita prestar una atención consciente a las diversas rutinas del manejo. Por ejemplo, podía conversar mientras conducía. Esa habilidad aprendida se había convertido en parte de usted en algo que le era muy natural. Y creo que lo mismo puede sucederle en lo que al hecho de sentirse socialmente cómoda concierne. Usted puede adquirir la capacidad de vencer la ansiedad, de sentirse cómoda con los otros. Aunque ahora sea escéptica, yo tengo confianza en su cambio. 

Cliente: Bueno, no sé… 

Terapeuta: Tuve en tratamiento a varias otras personas con problemas muy semejantes a los suyos, también algo escépticas en un principio; decían por ejemplo, “Hace mucho tiempo que tengo estos problemas” y “No me puedo concebir distinto”. Descubrí que si están dispuestas a insistir y a aventurarse en la experiencia de este nuevo tipo de aprendizaje gradual, de hecho comenzaban a cambiar. Aunque no puedo ofrecerle una garantía definida, espero que esto mismo sea lo que suceda con usted. 

Cliente: ¿Usted me habla incluso de cambios fundamentales? 

Terapeuta: Cambios fundamentales. Gente que comienza a percibirse de manera distinta. 

Cliente: ¿De veras? Eso resulta estimulante. 

Terapeuta: Claro, yo puedo hablarle de lo que he visto, pero usted no se sentirá enteramente convencida hasta que no ocurra algún cambio en su conducta. Creo que tendríamos que empezar y luego, de vez en cuando, volver atrás y examinar el grado de cambio alcanzado. 

Ensayo de conducta

La meta fundamental es ayudaros a aprender nuevas respuestas en situaciones específicas y que sean de vuestra importancia. El ensayo de conducta constituye un medio eficaz para facilitar la conducta asertiva. 

A continuación, os ilustro con un ejemplo la forma en que el psicólogo deber preparar a su cliente para llevar a cabo el ensayo de conducta: 

Cliente: Mi problema fundamental es que más bien permito que la gente me lleve por delante. No sé por qué, pero me es difícil expresar mi opinión. 

Terapeuta: De modo que se encuentra usted en una serie de distintas situaciones en las que no responde de la manera que a usted le gustaría. Yo la entiendo correctamente, querría aprender a comportarse de modo diferente. 

Cliente: Sí. Sabe usted, yo he tratado de manejar ciertas situaciones de distintos modos, pero no parezco capaz de hacerlo. 

Terapeuta: Es casi como si hubiera un gran abismo entre la manera en que reacciona y la manera en que usted le gustaría reaccionar. 

Cliente: Así es, y no sé cómo superarlo. 

Terapeuta: Bueno, quizás en el pasado usted trató de hacer demasiado en muy poco tiempo y, en consecuencia, no tuvo éxito. Quizás un buen modo de concebir la situación es que se imagine en la base de una escalinata, con el deseo de ascender a lo alto. Si pretende hacerlo de un salto gigantesco tal vez es pedir demasiado. Probablemente un modo mejor de proceder para alterar su reacción en estas situaciones sería dar un paso por vez. 

Cliente: Eso parece tener sentido, pero no estoy segura de saber hacerlo. 

Terapeuta: Bien, debe de haber ciertas situaciones en las que le es menos difícil hacer valer sus derechos; por ejemplo, decirle a su jefe que se olvidó de pagarle el salario de las cuatro últimas semanas. 

Cliente: (Riéndose.) Bueno, creo que en esa situación, por cierto, algo diría. Aunque, debo admitirlo, no me sentiría muy cómoda. 

Terapeuta: Pero no tan incómoda como si tuviera que pedirle un aumento. 

Cliente: No, claro que no. 

Terapeuta: De modo que la primera situación se ubicaría en la parte inferior de la escalinata, mientras que la segunda se encontraría más alto. Si puede aprender a manejar las situaciones más fáciles, las más difíciles no constituirán un problema tan serio. Y la única manera de aprender realmente a cambiar de reacciones es la práctica. 

Cliente: En otras palabras, ¿tengo verdaderamente que esforzarme por afirmarme más, pero de a poco por vez? 

Terapeuta: Exactamente. 

Y para ayudarla a hacerlo en las situaciones reales, sería conveniente que examináramos de antemano algunas, así como sus reacciones ante ellas. En cierto sentido, se trata de nadar en seco. Es mejor atravesar algunas de esas situaciones aquí, pues en verdad no “cuenta” si usted no las maneja exactamente como le gustaría. Además, esto puede darle una excelente oportunidad de practicar diferentes modos de reacción ante estas situaciones, hasta que finalmente halle el que usted crea el mejor. 

Cliente: Eso parece tener sentido. 

Terapeuta: De hecho, podríamos disponer las cosas para que pueda ensayar concretamente lo que querría decir y cómo decirlo. 

Cliente: Parece una buena idea. 

Una vez habéis comprendido la importancia del ensayo de conducta, el siguiente paso será seleccionar las situaciones conflictivas con las que debéis enfrentaros, las cuestiones las dispondremos de acuerdo a su complejidad. (Esta tarea os la dejo a vuestro criterio). 

Por último, realizaremos el ensayo de conducta propiamente dicho, aquí en lugar de que intentéis cambiar al mismo tiempo todos los componentes de la conducta, es aconsejable que escojamos unos pocos por vez y que os concentréis en ellos durante el ensayo de cualquier situación. 

Si vuestra actuación en una situación dada es difícil para vosotros, utilizaremos procedimientos de imitación. También utilizaremos la instrucción, ya que de esta manera sabrás qué decir o qué hacer en una situación dada, mientras que con el ensayo de conducta lo que aprenderás es cómo hacerlo. 

Mi experiencia clínica también me indica que muchos de vosotros que padecéis dificultades conductuales tenéis además una expectativa poco realista acerca del resultado de vuestras acciones. Por ejemplo, es normal que un cliente poco asertivo tema que si reclama sus derechos los demás sentirán antipatía por él. De aquí que la utilización de técnicas cognitivas, será otra de las variables que utilizaremos en la realización de los ensayos de conducta. 

La transcripción que sigue, el caso de un cliente socialmente inadecuado, ilustra muchas de las observaciones comentadas: 

Terapeuta: Abordemos la situación en la que usted ve a una mujer frente al tablero de instrucciones del correo y se dirige a ella para iniciar una conversación. La señora Philips puede desempeñar el papel de la mujer. (Esta situación se desarrolla en el correo, que de ningún modo se asemeja al consultorio. Tendré que dedicar cierto tiempo a preparar el escenario para alcanzar cierto grado de realismo)  Dígame algo más acerca del aspecto físico del escenario. ¿Dónde tendría que estar el tablero? 

Cliente: Más o menos allí (señalando la pared) 

Terapeuta: ¿Qué más? 

Cliente: Bueno, se desarrollaría en la oficina de correos, cerca de la ventanilla de franqueo. 

Terapeuta: ¿Y dónde quedaría eso? 

Cliente (señalando): Más o menos allí. 

Terapeuta: ¿Por dónde entraría usted? 

Cliente: El corredor es allí (señalando) 

Terapeuta: ¿Tiene alguna pregunta antes de empezar? 

Cliente: No, no lo creo 

Terapeuta: Muy bien, entonces vaya al otro extremo del corredor y entre. 

Cliente (En el rol): Hola, me llamo Roberto. ¿Cómo se llama usted? 

Coterapeuta (En el rol): Ana 

Cliente: Este… ¿qué está haciendo? 

Co-terapeuta: Miro este tablero de instrucciones. 

Terapeuta: (Evidentemente le es difícil manejar esta situación. Su deficiencia social parece mayor de lo que había previsto. Creo que interrumpiré la interacción y haré que se escuche en la grabación: espero que advierta el punto en que tiene dificultades. Rebobino la cinta.): Detengámonos aquí y escuchemos la grabación. (Después de haber escuchado la cinta) ¿Qué le pareció? 

Cliente: Me parecí muy torpe. 

Terapeuta: ¿Por qué? 

Cliente: No se me ocurría nada que decir. 

Terapeuta: Muy bien, examinemos eso un momento. (Que la coterapeuta le proporciones realimentación sería muy conveniente. Es improbable que nadie en una situación real le diga lo que pensó de su comentario. (Dirigiéndome a la coterapeuta): ¿Cuál fue su reacción en esta situación? 

Coterapeuta: Bueno, no supe bien cómo tomarlo cuando se me acercó y me habló. Nunca lo había visto antes y me pareció raro que se presentara así, tan repentinamente. Creo que muchas otras mujeres probablemente sentirían lo mismo en mi situación. 

Terapeuta (Dedico algún tiempo a obtener información acerca de la que podría ser una alternativa socialmente más aceptable.): ¿Qué le parece que sería lo adecuado en esta situación? 

Coterapeuta: Creo que si se acercara y empezara a leer las instrucciones podría hacer algún comentario sobre ellas. 

Terapeuta (dirigiéndome al cliente): ¿A usted qué le parece? 

Cliente: Probablemente habría sido más fácil. 

Terapeuta (Bravo. Es siempre conveniente que el cliente se muestre receptivo cuando se le sugiere alguna nueva forma de respuesta. A la luz de los problemas que inicialmente padecía, sin embargo, creo que sería atinado servirle de modelo en cuanto al contenido y el estilo de la respuesta.): Voy a ser usted por un momento y repetiré la situación. (En el rol, leyendo las instrucciones del tablero.): El costo del franqueo aumenta sin cesar. 

Coterapeuta (en el rol): Ya lo creo. Es verdaderamente terrible. 

Terapeuta (en el rol): Me pregunto por qué. 

Coterapeuta: Sin duda por la increíble ineficiencia y el despilfarro que cunden en todas partes. 

Terapeuta (fuera del rol): ¿Qué le pareció la situación? 

Cliente (sonriendo): Esta vez fue mejor. A usted se le veía seguro de sí mismo. 

Terapeuta: (Me siento halagado, reacción enteramente inadecuada en esta situación) Vuelvo a ser un terapeuta. Veamos si es capaz de reconocer algunos de los componentes conductuales específicos asociados con el modo en el que interactué. ¿En qué lo notó? 

Cliente: Bueno, comenzó a decir algo acerca de las instrucciones. Además no vaciló como yo al hablar. 

Terapeuta: Muy bien. ¿Por qué no trata de repetir la situación? Esta vez trate de reaccionar como yo. 

Resumiendo: 

Las conductas más fáciles de ejecutar las desarrollaréis fuera de la consulta como tareas para casa, las que guarden mayor dificultad las ensayaremos en la consulta. En este caso, el ensayo deberá cumplir con los siguientes pasos: 

  1. Descripción de la situación problema. 
  2. Tener claro el objetivo que persigues. 
  3. Sugerencia de alternativas de respuestas por los otros miembros del grupo. 
  4. Demostración de una de estas respuestas por uno de los miembros del grupo o terapeuta para el que represente el papel (modelado). 
  5. Según el objetivo del punto 2, elección de una respuesta adecuada por el que va a representar el papel. 
  6. Práctica mental por el actor como preparación para la representación del papel. 
  7. Ensayo de la respuesta adecuada por el actor. 
  8. Evaluación de la efectividad de la respuesta: A) Por el que representa el papel, basándose en el nivel de ansiedad que presentó y en el grado de efectividad que piensa que tuvo la respuesta. B) Por los miembros del grupo, basándose en el criterio de la conducta habilidosa
  9. Sugerencia de formas alternativas de responder hechos por los miembros del grupo. 
  10. Reensayo de la conducta modificada o nueva respuesta competente por el que representa el papel. 
  11. Breve evaluación por el terapeuta y los miembros del grupo. 
*Si no os veis capaces de completar el ensayo satisfactoriamente, se debe descomponer la escena que se está representado en partes más pequeñas y ensayarlos paso a paso. 

*También podría descomponerse en conductas verbales o no verbales y practicarse no verbalmente antes de añadir las palabras.



Juan José Regadera. En Murcia 1989

        

                                     Hasta pronto  

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