El psicólogo responde®. Duda solucionada: Número 43


Duda solucionada: Número 43

Pregunta del paciente:

Buenos días,

Se puede no saber que se quiere con 50 años e ir perdido pro al vida no haber encontrado tu lugar.

Gracias

Saludos

 Respuesta:


Gracias por compartir con nosotros su preocupación.

He leído las tres respuestas de mis compañeras de Bilbao, Barcelona y Madrid. Sus reflexiones le habrán ayudado a conocer mejor qué se puede hacer para encontrar su lugar en la vida.

Por nuestra parte, trataremos de identificar cuál sería la finalidad de la vida de la persona en el sentido de las ideas de Ortega y Gasset desarrolladas por Barcia Salorio.

Su pregunta:

¿Puede una persona de 50 años no saber qué hacer con su vida?

Respuesta:

Sí.

Discusión:

Descartes había escrito: “Quod vitae sectabor iter?, ¿qué camino debo seguir?.

La persona debe elegir una vida concreta. Cada uno de nosotros tiene la ineludible impresión de que su vida, por tanto su ser, es algo que no puede, sino que tiene que ser elegido, y esto que la persona se ve obligado a elegir es la carrera de su existencia.

Pero esta elección no es fácil. Al temor a la decisión que debemos tomar, hay que añadir dos dificultades más: el temor a la soledad y la posible ceguera para la realización de valores personales o quizás, mejor sería decir, la ceguera para el descubrimiento de los valores que están ahí delante de nosotros, pero que no sabemos o no podemos ver.

La vida humana hay que plantearla como un desarrollo personal, es decir, lo que podemos definir como “vocación” –la vocación de ser auténtico de ser quien se debe ser-. Esta elección de ser uno mismo puede provocar temor a la responsabilidad y crisis de identidad.

Si una persona tiene un suficiente sentido de su identidad, de la pertenencia a las cosas y de una mismidad integral, entonces se encuentra segura y es capaz de conducir su vida, de lo contrario experimentará una “inseguridad del ser”.

En esta situación surgen las eternas preguntas en relación con la existencia: ¿para qué?, ¿por qué?, ¿quién soy?, ¿qué tengo que hacer en la vida? y ello a pesar del posible éxito social o profesional. En este sentido, la persona puede llegar a encontrarse en una situación tal que al tener que hacer algo para vivir –ya sabemos que vivir en tener que hacer algo- no se le ocurre ningún quehacer que le parezca satisfactorio, a nada que le parezca suficiente le incitan las cosas de su horizonte material y social ni las ideas de su horizonte intelectual. Seguirá haciendo esto o lo otro, pero lo hará como un autómata, sin solidarizarse con sus actos que considera nulos, inválidos, sin sentido. Surge entonces un asco indominable al Mundo y al vivir que se presenta con carácter puramente negativo.

Pero esta apatía, las razones de esta apatía, pueden pasar inadvertidas a quienes lo padecen, puede estar profundamente enmascarada, por lo que puede creer que la actividad que desarrollan llena completamente su vida, cuando en realidad sucede lo contrario y carecen de ilusión y todo les asquea porque han renunciado a aquello que verdaderamente les llenaría. Lo que sucede es que no han sabido o no han podido realizar su auténtica vocación –no han sabido desarrollar su autenticidad-. La vocación estricta de la persona, es vocación para una vida concretísima, individualísima e integral, no para el esquema social que son las carreras.

En toda persona hay un aspecto positivo y otro negativo. El positivo consiste en el esfuerzo de indagar en el mundo de los demás e integrarlo; el negativo en, meramente, adaptarse al mundo de los demás. En lugar de convertirse en una persona autónoma o ser original, la persona se empobrece en una existencia vacía, de fachada y se agota en la máscara adquirida. Idénticamente la persona recurre a fantasear otras vidas, las de los demás, lo cual no es una fantasía creadora, sino que es puramente reproductiva. Ve el quehacer y las carreras de los otros, no ve la vida individual sino que ve la arquitectura genérica y esquemática de esas vidas.

De esta manera puede la persona, en todo caso, reproducir una vida, pero no realizar la suya, se refugia entonces en lo que los demás hacen con su existencia. Hace, en el mejor de los casos, lo que hacen los demás, los otros, lo que se hace.

Conclusión:

Hay que inventar las carreras –la de mi vida-, hay que darle forma a nuestra vida a través de la autenticidad.

Pero descubrir eso, esto es reflexionar y ser consciente del fracaso de una vida, oír y entender la voz de la vocación –de lo que debe ser mi vida-, ese desarrollo personal dentro de una vida socialmente estructurada, no es tarea fácil. Para ello, hay que saber quedarse solo consigo mismo y ensimismarse, pero ello es una de las cosas más difíciles. Las pasiones, los apetitos, los intereses gritan de ordinario con más fuerza que la autenticidad y oscurecen su voz. Por ello quizás, cuando la no realización de la autenticidad personal sea dolorosa, se debe acudir a la psicoterapia y a través del encuentro con el psicólogo, ir analizando lo que ha sido la vida y lo que ha debido ser. Ir en definitiva, analizando los instantes de la vida para encontrar la unidad en el instante vivido y encontrar el sentido.

Ayudar a encontrar el sentido de la vida, he ahí la finalidad de la psicoterapia.

Espero y deseo que las reflexión de las ideas de Ortega y Gasset hayan respondido a su pregunta y encontrado alguna respuesta.

Para leer las respuestas de otros profesionales de la psicología a la pregunta n.º 43 puede acudir al siguiente enlace de doctoralia.es:

https://www.doctoralia.es/preguntas-respuestas/buenos-dias-se-puede-no-saber-que-se-queire-con-50-anos-e-ir-perdido-pro-al-vida-no-haber-encont

Un saludo,



Juan José Regadera, Murcia

        

                               Hasta pronto 


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