El Síndrome de la Campana de Schiller. Filosofía fenomenológica-existencial


El Síndrome de la Campana de Schiller

Filosofía fenomenológica-existencial


"Donde gobiernan fuerzas primitivas, 
ninguna forma puede estructurarse" 
Friedrich Schiller 

"Wo rohe Kräfte sinnlos walten, da kann sich kein Gebild gestalten" 

Son versos que he tomado prestados del poema “Canción de la campana” de Friedrich Schiller escrito en 1800. En él, Schiller describe, con notable valor y elogio popular, la fundición de una campana en una serie de imágenes y proverbios alusivos al paso por la vida de un ser humano, tanto en los momentos felices como en los desafortunados. 

Lejos de resonancias religiosas y místicas, el sonido de la campana representa, al menos para mí, una reflexión moral y estética. Su sonido rítmico envuelve el contexto individual y colectivo sin sacrificarlo, merced a una estética sensible que llega a culminar en la armonía de la persona con su semejante. Del mismo modo, el psicólogo ayuda a encontrar la belleza interior, el sonido peculiar que reposa lejos del exterior. Si aplicamos fielmente la tesis del poema de la campana de Schiller, lo que era deforme en la vida de cada uno de nosotros, antes de la visita al psicólogo, puede ir trabajosamente restaurándose como si se tratara de una fundición que da forma a la campana de nuestra mente, hasta alcanzar un sentimiento de salud y belleza. Lo que parecía imposible ha podido de nuevo estructurarse. 

Los sonidos disarmónicos de nuestra vida pueden, una vez fundidos entre las palabras que surgen del encuentro terapéutico, restaurarse hasta conseguir la paz y la tranquilidad anhelada a nuestra sensible estética personal. 

Tanto para Goethe, contemporáneo de Schiller, como para Unamuno, como para cualquier amante de la psicología tanto si la práctica como si la recibe, la voluntad es, o debería ser, la principal función que mueva la campana. Aquella que envuelve y constituye el meollo de nuestra vida. Incumbe a la voluntad y sus sonidos, realizar el propio ideal, es decir, ser la persona que deseamos ser, cumplir con nuestro propio papel que solo en las honduras de nuestro interior mora, más allá de las fuerzas primitivas que gobiernan nuestra razón, y que como forma estampada de nuestro ser se desenvuelve: viviendo, haciendo, estando aquí y ahora, estética y éticamente.

Nota: 'El síndrome de la campana de Schiller', hasta donde sabemos se utiliza con este sentido por primera vez en el presente artículo. No es un síndrome como tal, tan sólo una metáfora. 

Juan José Regadera. Murcia, 2016

           


Hasta pronto

 


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