Los constructos personales: 3. Validación e invalidación. Psicología de la personalidad

Los constructos personales: 
3. Validación e invalidación 

Psicología de la personalidad

Como dijimos en la sesión anterior, nuestros amigos estudiantes tras la realización de su test de inteligencia pudieron efectuar un cambio en la forma de percibirse, pasando de considerarse “cortos” a “inteligentes”. Pero invalidar el constructo “corto” para autopercibirse “inteligente” es solo un paso en el proceso de cambio que ellos acaban de iniciar. La cuestión ahora es saber qué mecanismos de cambio van a emplear nuestros compañeros después de la invalidación. Y es así como pasamos a la fase siguiente en nuestro ciclo de experiencia, la revisión constructiva. Por ejemplo, después de realizar el test de inteligencia nuestros chicos pueden percibirse en el polo opuesto del constructo “corto” y verse como “inteligentes”, pero esta no es la única respuesta que ellos pueden dar a la invalidación efectuada, ya que ellos pueden cambiar el significado del constructo “inteligente” o aplicar otro constructo distinto dentro del repertorio que ya tienen incorporado, e incluso hasta podrían, como le sucede a nuestro desconfiado compañero José, cuestionarse cómo es que llevo tanto tiempo viéndome a mi mismo como “corto”. Estas posibles respuestas pueden dificultad la invalidación que pretendemos establecer y tenemos que tomarlas en consideración antes de seguir adelante, por eso es importante recordar que en el proceso de cambio es esencial mantener un adecuado equilibrio entre la validación y la invalidación, es decir, se nos pueden complicar mucho las cosas si después de validar el constructos “inteligente” nuestros amigos no consiguen aprobar ninguna asignatura, por eso, después de invalidar hay que validar para poder consolidar el cambio, de aquí que sean tan importante aquello que al principio de la sesión anterior habíamos definido como ciclo de experiencia, si no hacemos las cosas que en ese momento debemos hacer no habremos consolidado el cambio

Cambio de Polo dentro de un mismo Constructo

Pasar de un polo a otro de un constructo es uno de los mecanismos de cambio más frecuentes. En general, cambiáis de polo cuando os encontráis con la evidencia que invalida el polo que estabais utilizando. Por ejemplo, Mónica es una muchacha que comenzó estudios de Medicina y tras comprobar la dificultad de la carrera consideró abandonar temporalmente los estudios al tiempo que argumentaba no estar capacitada para desarrollar una labor académica. Después de un periodo de reflexión en consulta que se prolongó durante año y medio, experimento un cambio de polo sintiéndose preparada para iniciar nuevamente los estudios, en esta ocasión optó por Enfermería. La carrera de Enfermería es una carrera de tres años a diferencia de la carrera de Medicina que es de seis años, más los cuatro del M.I.R. para todos aquellos que quieren desempeñar una especialidad en Medicina. Como podemos apreciar, no fue demasiado complicado animarla a recuperar la confianza en retomar los estudios ya que esta carrera requería menos años de dedicación y una menor dificultad por tratarse de una carrera de grado medio y no de grado superior como son los estudios de Medicina. Las circunstancias descritas, ayudaron para que Mónica cambiase el polo del constructo “no soy capaz de hacer una carrera” a “soy capaz de hacer una carrera”. Efectivamente, después de tres años Mónica era diplomada en Enfermería. Pasó el tiempo, tuvo ocasión de realizar unas sustituciones en un hospital de su localidad y al cabo de unos meses volvió a situarse en el extremo de un nuevo constructo “no sirvo para ser enfermera”, con lo que decidió nuevamente abandonar las sustituciones de Enfermería, en esta ocasión indefinidamente. Transcurrido un breve plazo de tiempo, tuvo la oportunidad de realizar un Máster en Administración de Empresas y se incorporó a la empresa familiar dedicada a la explotación ganadera (animales de porcino) trabajo que viene desarrollando hasta la fecha. 

En el caso descrito, su psicólogo puede volver a conversar con ella sobre su impedimento para ejercer como Enfermera y convencerla de reunir las cualidades y aptitudes necesarias para la profesión elegida. Podríamos incluso construir conjuntamente una lista sobre las cualidades que se requieren para ser enfermera, discutirlas abiertamente hasta conseguir invalidar el polo del constructo “no sirvo para ser enfermera”, e incluso podríamos hacer que conversara con un experimentado y prestigioso A.T.S. de su región a cerca de sus temores e inseguridades y conseguir así la invalidación casi definitiva constructo. 

En resumen, el cambio de polo es un mecanismo fácil de utilizar, pero también de corto alcance, ya que, por su simplicidad y obviedad, puede no resultar útil en muchos casos (en el ejemplo de Mónica el sentido de su responsabilidad y el miedo a asumirla le impide permanecer en el polo adecuado el tiempo suficiente como para comprobar la veracidad del constructo “sirvo para enfermera”, y por lo tanto poder desarrollar una identidad coherente con la práctica que esta desempeñando). Es algo así, como pedirle a nuestro entrañable amigo Manuel E., que tras la ruptura con su pareja se “anime”, que en la vida hay muchas chicas y que no se preocupe que ya encontrara otra, este tipo de comentarios no hace más que aumentar la desesperanza y el aislamiento, además de sentirse incomprendido por el que intenta ayudar. En definitiva, el cambio de polo es una vía óptima que no siempre es viable

Aplicación de otro Constructo del Repertorio del Cliente

Pongamos ahora otro ejemplo, en esta ocasión hablaremos de M.ª Dolores: tras muchos años de casada (aproximadamente diez), tiene un bebé, a los pocos meses de nacer su hijo comienza a experimentar una abrumadora carga de ideas obsesivas todas ellas referentes a la posibilidad de hacer daño a su hijo, tras un breve periodo de máxima angustia decide acudir al psicólogo con el temor de que este cuando conozca su historia decidirá internarla en un psiquiátrico por encontrarla gravemente trastornada y considerarla peligrosa para su hijo. Como podemos apreciar, el relato descrito sería el punto de partida de nuestras conversaciones con M.ª Dolores, después de invalidar dichas construcciones y encontrarse en una etapa de tranquilidad, en lo que concierne a las ideas destructivas acerca de su bebé, pasamos, junto con ella, a explorar nuevos campos de su relación social. Y nos encontramos con el constructo “que rabia me da verme tan inútil, todas mis amigas están trabajando y yo me siento una tonta que no se hacer nada”, tras muchas sesiones de invalidación de dicho constructo, comienza por aceptar que no es cierto, que sirve para algo, al tiempo que encuentra un trabajo, ajustado en cierta medida a su formación y preparación actual, después de unos meses de rendimiento laboral y cuando el polo opuesto del constructo anterior comenzaba realmente a ser validado, nos encontramos que dicha construcción no es adecuada, ya que a medida que mejor considerada la tienen en ese trabajo más agobiada se siente y menos capaz de realizarlo, manifestando tensión y mal humor entre sus compañeros. Al comprobar lo poco efectivo de la validación del constructo “sirvo para algo”, nos vemos obligados hacer una revisión del sistema de construcción de M.ª Dolores en el sentido de aplicar otro constructo distinto de entre los ya existentes en su repertorio. 

Y es aquí, donde volvemos al punto de partida de nuestra primera fotocopia cuando describíamos el caso de Luis Alberto, volvemos a encontrarnos con un dilema, y esto es así, ya que tras conocer el sistema de construcción de M.ª Dolores podríamos plantear otra construcción del tipo, verdaderamente te gusta “estar tranquila en casa cuidando de tu hijo y disfrutando de tu hogar”. Este constructo, que podíamos definir como inconsciente, no sería acepto por su elaboración consciente. 

Ya que la resistencia de M.ª Dolores a aceptar la construcción anterior será intensa, usaremos su propio lenguaje en los mismos términos que ella misma utiliza (para ello, aprovecharemos los momentos en los que se describe así misma como una mujer tranquila, que desea vivir en paz y preocupada por sus cosas), no se trata tanto de repetir sus propias palabras, sino de producirle un “ruido mental” constante y suave de sus construcciones verbales con el fin de que vayan deslizándose dentro de ella hasta conseguir que tales emociones sean menos amenazadoras para su desarrollo personal

En nuestro ejemplo, partimos del hecho, que el dilema expuesto en tan viable como otros dilemas que pudiese tener M.ª Dolores, y que, en concreto, deseamos con especial interés reformular la anterior construcción, para ver si una vez aceptada la reformulación del constructo “estar tranquila en casa, cuidando de mi hijo y disfrutando de mi hogar” consigue encontrarse mejor en cuanto al contenido de las ideas obsesivas que presenta y al nivel de ansiedad mostrado. Lo primero que haremos será presentar el problema en unos términos que sean distintos por los presentados por los amigos, familiares y por la propia M.ª Dolores, pero mucho más viables para el propósito que perseguimos. Es aquí donde tendremos que reformular etiquetas del tipo: “inútil”, “no ambiciosa”, “acomodarse”, “vaga” etc. Estos términos probablemente se hallan en el repertorio de la familia y de los amigos, pero puede tener implicaciones distintas si los reformulamos y valoramos el trabajo domestico y familiar en términos como “útil”, “quiero lo mejor para los míos (ambiciosa –en sentido altruista, no materialista)”, “activa (un hogar confortable tiene mil y un detalles)”, y “trabajadora (cualquiera reconoce que el trabajo domestico es de los más duros que se conocen)”. Reconstruir la imagen de nuestra amiga M.ª Dolores con etiquetas menos peyorativas hace que no se le vea como una “fracasada”, sino como alguien entrega a una buena causa (el cuidado y la atención de los hijos –algo que todas nuestras madres, sin excepción, casi, han estado realizando hasta muy poquito) y plenamente responsable de su cometido

(Como NOTA ACLARATORIA de este punto, que no tiene porque aplicarse a todos los padres ni a todos los hijos, por supuesto, AÑADIR, que hace unos días escuché en los medios de comunicación que la hija de una Señora que ha recibido premios por su labor humanitaria y participación en actuaciones en mejora de los menos favorecidos, había fallecido de Anorexia.) 

He querido introducir este paréntesis para que cada cual haga su pequeña reflexión sobre lo tratado en el ejemplo de M.ª Dolores. 

Por último, recordar, como dijimos en la 2ª entrega, que para que la alternativa propuesta (“estar tranquila en casa...”) sea incluida en el repertorio de M.ª Dolores, ésta tiene que haber sido imaginada o contemplada en algún momento por nuestra amiga, como ocurre en el caso que nos ocupa. La actitud del psicólogo, consiste en acompañar a M.ª Dolores manteniéndola el mayor tiempo posible en la fase “circunspecta” (algo así como ir dando rodeos a la idea planteada antes de que decida en serio llevarla a la práctica), evitando que pase impulsivamente a la fase de apropiación y control del constructo que intentamos prevalezca en su sistema de construcción. Es decir, cuando llegue el momento adecuado, M.ª Dolores podrá incorporar a su sistema, si ello encaja con el mantenimiento de su identidad, la alternativa propuesta. Y esto ocurrirá así, siempre y cuando en la fase de circunspección (de rodeos), hayamos elaborado alternativas sin prejuzgarlas de antemano, evitando las críticas. Sigamos la norma de todo vale, fomentando ideas por extrañas y disparatadas que pudieran parecernos con el fin de evitar los “vicios mentales” en los que caemos. Hayamos generado una gran cantidad de alternativas sin importarnos la calidad de las mismas, así tendremos más probabilidades de encontrar la respuesta adecuada, y, por último, sepamos combinar ideas, ya que dos ideas juntas pueden ofrecer una perspectiva distinta.

A continuación, os presentaré el testimonio escrito de Noelia; una chica joven que acudió a consulta a los pocos meses de casada y en “estado de buena esperanza”, por presentar una serie de ideas obsesivas relacionadas todas ellas con el día de su boda, y que tras dar a luz al bebé que esperaba interrumpió el tratamiento por encontrarse mejor y haber controlado las manifestaciones obsesivas. Después de un breve espacio de tiempo volvió a solicitar hora en consulta, esta vez, las ideas obsesivas tenían que ver con la posibilidad de hacerle daño a su hijo, situación idéntica a la relatada en el caso de nuestra amiga M.ª Dolores y de la que no me extenderé más. Actualmente, dichas ideas han desaparecido, aunque persisten otras de baja intensidad y diversa consideración. 

Antes de presentar las cartas de Noelia quiero exponeros las razones que me han motivado a ello: Como veréis, a lo largo de estas últimas sesiones me he limitado a explicaros porque no se cambia en lugar de deciros que hay que hacer para cambiar. He querido hacerlo así, porque intento iniciaros como aprendices de psicólogo, en pequeños científicos que exploran sus vidas buscando la mejor manera de vivirla. Para que consigáis aquello que más deseáis, VIVIR, VIVIR A PESAR DE... Para lograrlo, además de las técnicas psicológicas que pudierais ir conociendo y practicando a lo largo de vuestra experiencia diaria, quiero que reflexionéis sobre vuestra identidad y sobre los dilemas que ella misma encierra, que reconozcáis vuestra limitación, y el conflicto de intereses en el que prácticamente todos nosotros estamos inmersos, para que una vez reconocidos podamos meditar sobre nosotros mismos con serenidad y optimismo, de aprendernos y lograr sentirnos bien, eso sí, con paciencia, constancia y sobre todo con mucha tranquilidad.

Una vez haya expuesto las cartas de Noelia, no haré ningún comentario sobre ellas, me limitaré a dejaros reflexionar, lo que siga a continuación será cosa vuestra. Os pido vuestra colaboración para la reflexión que suscite la combinación de los casos de Mónica, M.ª Dolores y Noelia. 

La primera carta estuvo motivada por la experiencia que muchos de vosotros vivisteis en los últimos días del mes de julio de este mismo año, cuando tomé la iniciativa de repetir la rejilla y las fotografías con el fin de evaluar la mejoría alcanzada. Los resultados de Noelia fueron, en lo concerniente a su autoestima, peores. Y fue así, como, después de exponerle los datos de mi investigación y aclaradas las razones particulares de porque ella, junto con unos pocos más no mejoraban igual que el resto de personas examinadas (en el caso particular de Noelia, la razón de su dificultad para mejorar residía en su incapacidad para desarrollar alternativas distintas a las ya utilizadas a la hora de enfrentarse a los problemas que la vida, diariamente, le iba presentando. Básicamente, Noelia es una persona excesivamente rígida que tiene por costumbre “utilizar la misma carretera y no cae o no sabe darse cuenta de que hay autovías más rápidas para circular e incluso autopistas que ella misma podía utilizar”) acude, a mediados del mes de septiembre, a consulta con el siguiente texto: 

¡Hola Juanjo! 

Son casi las cinco de la tarde y me encuentro en el trabajo. No puedo concentrarme y necesito hablar con alguien; así que, aprovechando todas las veces que he tenido la tentación de hacerlo, he decidido escribirte unas letras. 

Esto está siendo escrito por alguien que se encuentra poco menos que desesperada. Estoy desesperada, confusa, aturdida y también desanimada. Giro la cabeza y veo dos años y medio de esfuerzo y resulta que al día de hoy me siento peor que cuando llegué embarazada de tres meses de mi hijo Sergio al que adoro. 

¡DIOS!, ¿Qué me pasa?, ya no me pregunto el por qué, eso efectivamente no lleva a nada, sino “¿QUÉ?”. ¿Qué… le pasa a mi cerebro, a mi mente, a mi vida que no me deja ser feliz? Sí muy bien, por la razón que sea padezco neurosis obsesiva, vale; pero esto tiene que tener una solución. Y me pregunto de nuevo ¿Qué pasa conmigo? Y me respondo con un montón de interrogantes. ¿Problemas en la relación con los demás?, ¿Problemas de autoestima?, ¿Inmadurez?, ¿Insatisfacción en algunos aspectos de mi vida?, ¿Infelicidad?, ¡DIOS MIO! Tienen que existir y de ello estoy segura pautas, soluciones para todo esto ¿A que sí Juanjo? Por favor, dime que sí. Dime que vamos, juntos, a echar el freno de mano a mi “coco” y vamos a lograr una manera, un camino, la forma de poder vivir con una mejor calidad de vida para mi y para mi familia. Lo necesito. Te necesito. Por favor, trabajemos duro, hagamos lo que sea necesario. Ayúdame, ¿vale? 

Gracias. Una paciente. 

NOTA: Aunque ahora efectivamente esté muy mal y, como te digo, peor que al principio, por supuesto he avanzado y me he encontrado bastante bien en varias etapas. 

A continuación, os presento la segunda carta, en esta ocasión, a petición mía y como respuesta dada por mí a la carta anterior. Le pedí que pusiera en práctica la técnica del “rol fijo”, que otro día comentaremos, para ello le di instrucciones para que hiciese una descripción de sí misma, pero en tercera persona sobre todo aquello que le gustaría hacer. A vosotros, los lectores de esta entrega, tan solo pediros que intentéis unir en el relato que paso a transcribir todo lo visto hasta aquí, me refiero a las fotocopias dadas hasta hoy, y que llegues a vuestras propias conclusiones, las cuales me gustaría escuchar y discutir: 

Soy una chica joven que va a hablarte de una amiga, también joven. Su nombre es Noelia. 

Noelia es una chica muy jovial, alegre y extrovertida, que, una vez pasada su infancia, jamás había tenido ningún problema que perturbara su felicidad, hasta hace poco. Veamos. 

A Noelia le apasiona viajar, es algo que siempre le ha encantado, también le gusta bailar, era capaz de tirarse horas y horas en la pista de una discoteca y aunque ahora con 33 años no le apetece salir tan a menudo como antes, le sigue gustando mucho bailar, aunque no tanto como antes; con una salida y un buen bailoteo toma energía para varias semanas. 

Algo que siempre le ha gustado y que hacía con asiduidad era hacer deporte. Ir al gimnasio le hace sentir fenomenal porque, a pesar de que se pasa mal porque se trabaja duro y el cuerpo se resiente, es tan bien el como te sientes después de un buen esfuerzo y una buena ducha que, la verdad, me comenta a veces que claro, si va a un gimnasio, pues vería mucho menos a su hijo y.…en fin. 

El gustar a los chicos siempre le ha ido y aunque hace 5 años que está casada y nunca le sería infiel a su marido, reconoce que ve a algunos hombres y le atraen y a veces me dice que no le desagradaría besar o tener otro tipo de contactos; pero sé y conociéndola como la conozco, que, jamás, ni siquiera por un beso pondría en peligro, ni una pizca su matrimonio. A Paco, su marido, lo adora. 

Noelia es una persona que no le gusta quedarse estancada en lo que a estudios se refiere. Siempre anda haciendo cursos y reconoce que le hubiese gustado trabajar en, no sé, otro sitio, aunque yo sé que solo es por quedar mejor ante los demás en buena parte. 

Bueno, pues, aunque mi amiga tiene cosas suficientes para ser feliz, no lo es, al menos del todo y yo le animo a que siga trabajando en su propósito de conseguirlo. Estoy segura que lo logrará. Es una cabezota de narices.


Juan José Regadera. Murcia, 1998

                                


Hasta pronto

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