Habilidades sociales (2ª Etapa): 4. Ejercicios. Modelo cognitivo-conductual


Habilidades sociales (2ª Etapa): 4. Ejercicios

Modelo cognitivo-conductual

Muchos de nosotros no somos asertivos porque carecemos de autoestima. Por ello, es importante recordarnos a nosotros mismos que somos tan importantes como los demás y que debemos tomar en serio nuestras propias necesidades, a fin de defenderlas y luchar por ellas.

La finalidad del trabajo que hoy concluimos sobre el entrenamiento asertivo, persigue, entre otros motivos, la reducción de la ansiedad que mostramos ante las situaciones sociales. La mayor parte de nosotros desarrollamos un autocontrol tan exagerado y restrictivo de nuestras ideas, pensamientos o emociones que, a la larga, favorecemos en nuestra relación con los demás, sentimientos de inadaptación acompañados de fuerte temor a la opinión y a la crítica de los demás. Esto es así porque la ansiedad que habitualmente padecemos ha quedado asociada a la expresión de nuestras respuestas asertivas, quedando éstas relegadas a un plano secundario para evitar el enfrentamiento con los demás.

Como podemos apreciar, asertividad y ansiedad, son dos respuestas incompatibles. Hasta ahora, hemos debatido la necesidad y la importancia de comportarse asertivamente. Creemos que habéis descubierto como la expresión de los propios sentimientos y la alta autoestima pueden inhibir la timidez y la ansiedad que la mayoría de nosotros mostramos.

Es aconsejable dejarnos sugestionar con el fin de motivarnos, para incorporar en nuestro repertorio de conductas nuevos patrones de comportamiento, más abiertos y espontáneos, a través de la práctica y el entrenamiento y, será la entrega que tienes en tus manos, la que tratará de brindarte esta oportunidad.

Antes de iniciar una conversación que consideres importante para ti, es oportuno, al menos durante el tiempo que duren las prácticas que hoy iniciamos, que todos los hechos o puntos significativos a tratar los hayas reflexionado con antelación, e incluso es conveniente que confecciones alguna nota o pequeño resumen a modo de guión. Esto te hará ahorrar tiempo, incrementará tu confianza y disminuirá la intimidación que experimentas por parte de los demás.

No debes enfadarte cuando estés tratando cualquier tema, esto producirá confusión en el otro y hará que los demás te vean más débil e histérico, además de disminuir tu credibilidad. Tienes que recordar que debes tomar en consideración los puntos de vista de los demás y hacerles saber que entiendes su postura. Negar las cosas o ser testarudo no suele funcionar a largo plazo. Es mejor guardar la calma y educada, pero firmemente, exponer tu opinión.

Las excusas debes guardarlas para cuando sea necesario, no es conveniente abusar de ellas sin un motivo concreto, ya que esto impedirá que los demás te tomen en serio cuando surjan asuntos que verdaderamente sean importantes.

Tampoco conviene que arrincones a los demás aún teniendo tú la razón, esto provocará cólera y resentimiento, además de impedirte mantener buenas relaciones en tu trato diario. Si quieres que los demás cooperen contigo debes dejarles una salida, gracias a la posibilidad de ofrecer alternativas constructivas a la situación que te interese podrás asegurarte la cooperación que posiblemente andes buscando en el otro.

Responder a cualquier injusticia con fuertes amenazas, perjudicará tu credibilidad y la cooperación que pretendías encontrar en la otra persona desaparecerá. Ser asertivos conlleva comprensión e incluso, si es necesario aceptar la derrota en alguna situación, ésta debes tomarla con elegancia y plantearla en buenos términos. Si los demás te ven aceptar situaciones cortésmente tras una situación desagradable para ti, la gente te respetará más.

A medida que desarrolles tu autoestima, y mejores tu asertividad, tu rostro, tus gestos, tu manera de hablar y de moverte transmitirán de ti naturalidad. Podrás hablar de tus logros o imperfecciones de forma directa y sincera. Descubrirás el placer de recibir elogios, expresiones de afecto y aprecio. Estarás más abierto a la crítica, y te sentirás mejor al reconocer tus equivocaciones, ya que no te sentirás obligado a dar una imagen de “perfección”. Tus palabras y movimientos tenderán a ser desenvueltos y espontáneos, ya que no estarás en guerra contigo mismo. Habrá en ti mayor armonía entre lo que digas y lo que hagas y tu aspecto, tu modo de hablar y de moverte, transmitirán a la demás tranquilidad.

A medida que aumentes la autoconfianza y el autorrespeto, tus ojos estarán más alerta, brillantes y vivaces. Tu rostro se mostrará más relajado. Tu mentón adquirirá una postura más natural, la mandíbula tenderá a estar más relajada, tus manos se mostrarán más elegantes y tranquilas, los brazos te colgarán de una forma más natural. Tu postura será más relajada, erecta y bien equilibrada. Tu modo de caminar será resuelto, sin ser arrogante ni agresivo. La voz adquirirá modulación adecuada a las diversas situaciones en las que te encuentres, y tu pronunciación será más clara.

Es muy importante que tengas presente que cualquier respuesta socialmente habilidosa siempre será el resultado final de una cadena de conductas. Cuando estableces un encuentro social, éste sucederá con excesiva velocidad y en muchas ocasiones no tendrás tiempo para planificar o decidir cómo lo vas hacer. En ocasiones espontáneas y poco elaboradas, tu respuesta a la situación será poco reflexiva, aunque no por ello la calificaremos de impulsiva. Será la práctica de los pasos que describimos a continuación la que te capacitará a mejorar tu intervención social aún sin olvidar las características de espontaneidad de la mayor parte de tus encuentros con los demás.

Estos pasos representan los eslabones de la cadena de conductas que culminaran con la materialización de tu comportamiento o respuesta. Su práctica continuada te permitirá incorporar a tu inconsciente los medios que necesitas para favorecer tu competencia social:

1.  Cualquier encuentro social que mantengas estará condicionado previamente por tu historia, es decir, por tus experiencias vividas en el pasado y por la calidad y habilidad del aprendizaje recibido por tus padres o educadores y que, de algún modo, con su influencia han moldeado tu conducta en tu infancia y adolescencia.

2.  Cuando mantienes un encuentro social generalmente tienes un motivo o razón que te conduce a estar allí, de aquí que sea importante que tengas bien definido la razón o motivación que te condujo a estar en ese lugar. Igual de importante será para ti, conocer cuál es el plan de actuación que tienes previsto utilizar para conseguir aquello que pretendes.

3.  A veces te ocurrirá que los objetivos que te has planteado son contradictorios entre sí, es decir, que no sabes bien que es lo que persigues. También podría ocurrirte que no persigas ningún objetivo determinado, que te sientas bloqueado a causa de la ansiedad, por ejemplo, y que los objetivos que inicialmente te habías propuesto los has transformado en otros que realmente no tenías previstos. En cualquier caso, estos son algunos de los problemas con los que tropezarás más frecuentemente a la hora de mantener o establecer cualquier encuentro social y que pueden dar origen a que fracases en aquello que realmente querías conseguir.

4.  Independientemente de tus problemas de motivación o historia personal pasada, el paso siguiente en tu cadena de conductas será la recogida de información que elaboraras a través de tus sentidos (vista, oído, tacto, olfato). De los estímulos captados por tus sentidos identificarás aquellos que mejor se ajusten a la situación en la que te encuentres y que mejor apoyen tus intenciones.

5.  De los estímulos recogidos a través de tus sentidos interpretarás aquellos que mejor se ajusten al motivo que persigas y al contexto en el que te encuentres. La escena podríamos describirla de la siguiente manera:

  •  Quién es la persona implicada en la situación que te interesa tratar
  •  Cuándo tiene lugar la escena, en qué momento ocurre y en qué lugar
  •  Qué es lo que te preocupa de la situación
  •  Cómo vas a afrontarla
  •  Qué temes que te ocurra en caso de mostrarte asertivo
  •  Qué objetivo persigues con la conducta que estás a punto de llevar a cabo 

A la hora de desarrollar la escena descrita, necesitas ser muy explícito, ya que, si la elaboras de un modo excesivamente general, te encontrarás con dificultades en el siguiente paso de la cadena que veremos más adelante y que, en este caso, se trataría de elaborar un nuevo guión escrito que nos ayude a tratar el problema que tengamos con la persona implicada.

Pongamos un ejemplo: de una situación descrita por Juani:

Mi amiga Raquel (quién), cuando nos encontramos después de la terapia de grupo para tomar un café juntas (cuándo), generalmente no para de hablar de los problemas con su marido (qué). Todo lo que yo hago es estar sentada a su lado e intentar interesarme por el tema (cómo). Si la interrumpo, temo que piense que no me preocupo (temor). Me gustaría poder cambiar el tema de la conversación porque yo ya tengo bastante con mi marido y así poder hablar de otras cosas que me interesan a mí (objetivo).

Describamos otra escena, en este caso con José:

Ángela es una chica muy atractiva que acude a la autoescuela (quién), suele sentarse cerca de mí (cuándo). Me gustaría entablar conversación con ella, preguntarle por su carrera, que tiene fama de ser una carrera bonita e interesante (qué), pero parece siempre tan interesada en sus cosas que me da miedo que se enfade si la molesto (cómo, temor). Me gustaría, el próximo día, iniciar con ella una conversación e invitarla a tomar algo en la cafetería a la salida.

Tarea para casa:

Escribe tres o cuatro escenas como las desarrolladas, e intenta revivir cada uno de los pensamientos y sensaciones que experimentas cada vez que tal escena tiene lugar anotándolos debajo de la descripción de la escena.

Por ejemplo:

  • Puede ocurrirte que en esas situaciones te vengan pensamientos negativos a tu mente.
  • Sentir una tremenda tensión a nivel del estómago.
  • Que te parezca que te falta el aire.

Anota estas sensaciones junto con la descripción de la escena en los términos que acabamos de describir con los ejemplos anteriores. Más adelante, usaremos distintos procedimientos terapéuticos para combatir esas sensaciones como, por ejemplo: Técnicas de reestructuración cognitiva, para cuando las habilidades de interpretación de nuestros pensamientos e ideas son inadecuadas; Técnicas de modificación de actitudes; Técnicas de afrontamiento de situaciones; Técnicas de relajación muscular profunda para combatir la ansiedad que da origen a los problemas físicos, etc.

Si una vez que has llevado a cabo en tu vida real tales escenas sigues sintiendo que no resultan como esperabas, entonces, probablemente las causas deriven de uno o más de estos problemas:

  •  Que la ansiedad no te ha dejado percibir adecuadamente los estímulos de la situación y los has interpretado mal.
  • Que has interpretado los estímulos incorrectamente por tu mala precisión de los mismos y falta de discriminación entre ellos.
  • Que eres muy rígido y aún sabiendo como deberías enfrentarte con una situación sigues de manera estereotipada abusando de los mismos hábitos y costumbres. Tu historia pasada te condiciona.
  • Sistemáticamente cometes errores en tu forma de percibir a los demás encontrándolos peor de lo que en verdad son, mas hostiles o mas fríos o mas distantes etc.

Hasta aquí, nos hemos limitado a reflexionar sobre nuestras características históricas personales, a considerar lo importante de tener una clara motivación en aquello que tenemos pensado hacer y a mantener los objetivos y metas establecidos. También hemos comprobado que nuestro modo de percibir los estímulos de la situación, a través de los sentidos, es crucial para descomponer acertadamente la escena en pequeña parte que nos ayuden a entender mejor qué es lo que buscamos y perseguimos (esto lo conseguimos cada vez que nos preguntamos: quién, cuándo, qué, cómo, temes, objetivo). Ahora es el momento de traducir la situación en términos más precisos con el fin de pasar a la acción, es decir, es el momento de decidirnos a actuar para resolver aquello que nos preocupa.

Una vez que has interpretado, analizado y descompuesto la situación, necesitas dar la respuesta que crees será las más eficaz.

7.  Para ello necesitarás tomar una decisión. Tomar una decisión requiere: transformar la información con la que cuentas en este momento, relacionándola con otras situaciones vividas en el pasado y que están almacenadas en tu memoria con el fin de mejorar o pulir la conducta que estás a punto de llevar a cabo. Como puedes apreciar, la experiencia, y por lo tanto sacar provecho de ella, juega un importante papel en las habilidades sociales, sobre todo por la capacidad de percepción y observación que vamos desarrollando con el tiempo, ya que de este modo la información que almacenamos en nuestra memoria nos será muy útil para futuras situaciones sociales en las que nos veamos necesitados de tomar una decisión. Poco a poco y a través de la experiencia, vas ajustando y mejorando tus encuentros sociales incrementando tu competencia y habilidad social, ya sea a través de la propia experiencia como de la experiencia transmitida por los demás.

8.  A continuación, pasaremos a escribir un guión que nos facilite el cambio de conducta deseado tanto en la otra persona como en nosotros mismos. El guión consiste en un plan escrito para afrontar la situación problema de la forma más asertiva posible.

 En él distinguimos estos seis elementos:

  • Expresar: Necesitas expresar cuidadosamente cuáles son tus derechos, qué es lo que deseas, lo que necesitas y cuáles son tus sentimientos respecto a la situación. Es conveniente que te liberes de los reproches, del deseo de huir o de autocompadecerte. Es conveniente definir adecuadamente el objetivo que persigues y tenerlo presente para cuando estés intentando el cambio.
  • Señalar el momento: Tienes que concretar un lugar para discutir el problema que te concierne a ti y a la otra persona, debe ser en un momento y lugar que resulte adecuado para ambas partes. Este punto lo podemos excluir cuando de lo que se trata es de afrontar situaciones espontáneas como que alguien intenta pasarte delante en una cola.
  • Caracterizar la situación: debes describir la situación de la forma más detallada posible, es decir, de forma objetiva, sin juzgar o evaluar al otro. Aquí los pasos descritos en el punto cinco te vendrían muy bien.
  • Adaptar: Necesitas adaptar tus sentimientos a lo que habíamos definimos en la entrega nº 12 como mensajes en primera persona (yo me siento, yo necesito...), debes expresarlos de forma tranquila y directa, sin evaluar o reprochar la conducta de la otra persona. Tampoco debes generalizar tus sentimientos, es decir, puede sentarte mal una cosa, pero no otra, debes evitar hablar en términos totales y absolutos. Así en lugar de decir, “Eres desconsiderado” o “Me haces daño”, un mensaje en primera persona diría: “Me siento herido”. Lo importante es unir la afirmación que describe el sentimiento a la conducta de la otra persona que la provoca. Por ejemplo: “Me sentí herido cuando te marchaste y no me dijiste adiós”, en lugar de decir: “Me sentí herido porque fuiste desconsiderado conmigo”. Se deben utilizar datos específicos al momento, principalmente respecto al lugar y a la frecuencia con que ocurre la situación, términos como “siempre”, “nunca” no son adecuados y ponen en guardia a la otra persona. No debes expresar las debilidades propias disfrazándolas de sentimientos honestos.
  • Limitar: mediante una o dos frases claras cuál es tu objetivo. Tienes que ser concreto y firme. También debes pedir cambios que sean razonables y lo suficientemente pequeños como para no provocar una gran resistencia en la otra persona. No hay que pedir más de uno o dos cambios muy específicos cada vez.
  • Acentuar: la posibilidad de obtener lo que deseas, si cuentas con la cooperación de la otra persona con el fin de que se den las circunstancias necesarias para ello. Si es necesario puedes expresar las consecuencias negativas que traerá su falta de cooperación. Hay que evitar que los castigos a la otra persona sean demasiado grandes para que no resulten una amenaza real.

El guión anterior puede servir para poner por escrito las situaciones problema que se te vayan presentando, así lograrás verlas de forma clara y afirmar mejor lo que deseas. Si lo escribes y practicas, antes de enfrentarte con la situación para la que lo has creado, conseguirás clarificar tus necesidades y aumentar la confianza en lograr lo que necesites.

Ejemplo n.º 1

A continuación, vamos a desarrollar un ejemplo de guión en el que Clara desea disponer cada día de una hora y media de calma y tranquilidad ininterrumpidas, para realizar sus ejercicios de relajación. Su esposo, Daniel, la interrumpe siempre con preguntas o llamado su atención.

El guión de Clara es el siguiente:

  • Expresar: Es mi responsabilidad el asegurarme de que Daniel respete mis necesidades ya que realmente tengo derecho a disponer de un poco de tiempo para mí.
  • Señalar: Esta noche cuando llegue a casa le preguntaré si quiere hablar del problema. Si no quiere, fijaré yo el momento para mañana o pasado.
  • Caracterizar: Cuando estoy haciendo los ejercicios de relajación, por lo menos una vez y normalmente más de una, me interrumpe por algún motivo; incluso a veces me ha abierto la puerta para preguntarme la hora. Con ello me desconcentro y luego es mucho más difícil lograr relajarme.
  • Adaptar: Me pongo de mal humor cuando me interrumpes en el tiempo que dedico a estar sola y me siento frustrada cuando, luego, me cuesta más hacer los ejercicios.
  • Limitar: Me gustaría que, cuando tengo la puerta cerrada, no me interrumpieras a no ser en un caso de verdadera urgencia. Tienes que asumir la idea de que mientras esté cerrada la puerta quiere decir que estoy haciendo todavía los ejercicios y que quiero estar sola. Debo decirte:
  • Acentuar: Si no me interrumpes, cuando termine podré venir a charlar un rato contigo. Si me interrumpes, tardaré más en hacer los ejercicios.

Ejemplo n.º 2

Adriana siente una gran aversión a acercarse a su jefe para averiguar por qué la han rechazado para un mejor puesto en la empresa. No ha recibido ningún tipo de explicación sobre los motivos de la decisión y en este momento Adriana experimenta un sentimiento negativo hacia la empresa y su jefe en particular.

El guión de Adriana es el siguiente:

  • Expresar: El resentimiento no arreglará esta situación. Necesito reafirmar mi derecho a recibir una explicación razonable de mi jefe.
  • Señalar: Mañana voy a enviarle una nota solicitándole hora para hablar del problema.
  • Caracterizar: No he recibido ninguna explicación sobre el ascenso. El puesto que solicité ha sido ocupado por otro y esto es todo lo que sé.
  • Adaptar: Me sentí muy incómoda de no saber por qué no fui aceptada y cómo se tomó la decisión.
  • Limitar: De modo que me gustaría recibir alguna explicación de usted, sobre cómo ven mi trabajo y sobre qué elementos jugaron a la hora de tomar la decisión.
  • Acentuar: Creo que su explicación me ayudará a hacer mejor mi trabajo.
  • Comentario: La exposición del problema que plantean Adriana y Clara es transparente y pertinente, no reprocha ni acusa a nadie y tampoco es pasiva. Los sentimientos los han expresado como mensajes en primera persona y están asociados a los acontecimientos o conductas específicas que los provocan sin evaluar ni al marido de Clara ni al jefe de Adriana. El mensaje en primera persona les proporciona seguridad ya que evitan que la otra persona se moleste o se ponga a la defensiva. Con esta táctica no se acusa a nadie de ser una mala persona; simplemente se manifiesta lo que se desea conseguir.

Ejemplo n.º 3

Durante varios semestres seguidos, Javier ha querido asistir a una clase nocturna de inglés. Cada vez que lo ha intentado, Gemma le ha puesto una excusa u otra para no quedarse con los niños mientras dura la clase.

El guión de Javier es el siguiente:

  • Expresar: Es algo vital para mí disponer de tiempo para realizar aquellas cosas que me interesan.
  • Señalar: Le pediré que discutamos el asunto el sábado por la mañana después del desayuno o más tarde, en cuanto pueda.
  • Caracterizar: he perdido ya dos clases de ingles porque tú no estabas disponible para cuidar de los niños. He esperado un año y me gustaría matricularme esta vez.
  • Adaptar: Me siento frustrado por no haber podido probar algo que realmente me interesa y también me he sentido dolido al ver que te dedicas a otras cosas en lugar de ayudarme a que pueda asistir a las clases.
  • Limitar: Me gustaría que te cuidaras de los niños los miércoles por la noche de 6,30 a 9,00 h. El curso de inglés acaba el 2 de junio.
  • Acentuar: Si accedes, cada miércoles prepararé esa tarta de queso que tanto te gusta, pero si te niegas tendremos otro gasto más porque tendré que buscar “canguro”.

Javier ha descrito su problema de forma específica, y sus sentimientos no los ha expresado de forma amenazadora, la recompensa que ofrece Javier es realista y clara. Es muy importante no reforzar a otra persona explicándole las consecuencias negativas de su conducta, lo más interesante es el refuerzo positivo, es decir, sólo con la argumentación que hace Javier de que si Gemma modifica su conducta él se sentirá mejor y es mucho más eficaz para la otra persona, siempre y cuando el otro vaya con buena fe. Generalmente, es mejor evitar hacer promesas.

Estos guiones, son modelos de ejercicios que puedes realizar en casa y acudir con ellos a consulta, ya sea en sesión individual o de grupo, de momento, me gustaría que realizaras como mínimo tres. También puedes ensayarlos delante del espejo e incluso grabarlos en una cinta magnetofónica para depurar el estilo. Algunos de tus ejercicios los ensayaremos en el grupo con el fin de recibir una información inmediata por parte de tus compañeros sobre tu estilo de comunicación. Cuando hagas las prácticas en casa imagínate la peor respuesta posible a tu petición por parte de la otra persona, de esta forma dejarás de temer la respuesta como si se tratara de una pesadilla, afróntala preparando tu contrapartida.

Por lo tanto, conocemos cuáles son nuestros derechos, asumimos nuestra responsabilidad ante las diversas situaciones que la vida nos depara, sabemos cuáles son los objetivos que perseguimos tanto a corto como a largo plazo. Tenemos preparadas distintas alternativas de respuesta para enfrentarnos con la situación que nos preocupa. Hemos anticipado y evaluado qué consecuencias tanto a corto como a largo plazo tendría nuestra decisión de hablar con el jefe con el esposo o con el amigo y una vez sopesado todo esto, nos encontramos en disposición de tomar una decisión. Por último, estamos preparados para llevarla a cabo.

Sin embargo, puede ocurrir que las cosas no salgan como esperábamos y el fracaso podría deberse a:

  • Que las alternativas elegidas para exponer el problema no han sido las adecuadas.
  • Que no hemos sabido discriminar qué forma de proceder era la correcta y cuál la incorrecta.
  • Que hemos demorado nuestra decisión demasiado tiempo o que, por no tomarla en su momento, ya no viene al caso intentar un cambio.
  • Que no tenemos suficientes conocimientos acerca de cómo tomar decisiones, o en caso de tomarlas tenemos tendencia a tomarlas de forma negativa.

En cada uno de estos casos, lo mejor sería, utilizar junto con el entrenamiento en habilidades sociales que estamos llevando a cabo, técnicas de resolución de problemas y de entrenamiento en autoinstrucciones.

Supongamos que has tomado la decisión, es en este momento cuando estás en disposición de dar el paso que necesitas.

Con los ejemplos anteriores hemos descrito la mejor manera de dar la respuesta ante la situación que nos preocupa, pero a la hora de hacerlo debemos recomponer todos los aspectos que hasta ahora hemos analizado por separado:

 Después de llevar a cabo la respuesta que has seleccionado para tratar el asunto que te preocupa, debes comparar si el impacto que está ejerciendo en la otra persona tu actuación va en consonancia con el impacto que esperabas. De no ser así, deberás hacer algunos ajustes, sutiles, con el fin de sacar el máximo provecho de la acción que ya has iniciado.

En los ejemplos Clara, Adriana y Javier, después de haber hablado con sus interlocutores, deberán observar el resultado que ha teniendo su exposición, tanto en ellos mismos como en las personas implicadas, es decir, deben evaluar cómo se sienten después de haber expuesto sus objeciones con el fin de saber si van por buen camino, o deben ajustar su guión sobre el terreno, esto es fácil de comprobar ya que tan solo necesitan verificar, según la respuesta del otro, si están o no alcanzando el objetivo pretendido.

A veces, como ya apuntábamos en el Entrenamiento de las habilidades sociales: 3. Sistema de evaluación conductual de las habilidades sociales, el único dato válido con el que contamos a la hora de reajustar nuestra actuación, es el rostro de la persona a la que nos dirigimos:

Cicerón, hace unos dos mil años, dijo:

“El semblante es el retrato de la mente”

Recuerda que el rostro es como un registro permanente de las emociones, así como de los sucesos de la vida, refleja no sólo el temperamento, sino también el efecto de la salud y la enfermedad, los problemas y las alegrías...

Al contemplar el resultado de tu actuación debes evaluar cómo está resultando tu estilo verbal, tendrás que sopesar sobre la marcha si los componentes no verbales que utilizas son los correctos, si has elegido un lugar adecuado para realizar la exposición del problema, si la ocasión elegida ha sido acertada y, sobre todo, ver si desde el primer momento has comenzado con buen pie. Esto lo sabrás observando si tu interlocutor mantiene contigo una reciprocidad adecuada a la situación que le planteas. En el caso de que estos análisis no te satisfagan deberás ajustar tu intervención o dejarla para otra ocasión y volver a empezar, bien en ese momento o después.

El fracaso de la situación podría deberse a que:

  • Aún no dominas correctamente qué diferencia existe entre la conducta asertiva, pasiva y agresiva.
  • No dominas correctamente la conducta verbal, no verbal o paralingüística.
  •  No has sabido elegir el contexto adecuado a la situación.
  •  No has tenido en cuenta el estilo de la persona con la que estás tratando.
  • Tienes una excesiva ansiedad, condicionada sobre todo al tipo de situaciones en la que te encuentras, dejándote ésta bloqueado e impidiéndote que puedas sentirte cómodo.
  • La mala interpretación de la ideas o pensamientos que tengas sobre la situación vivida precipiten tu fracaso.
  • Tu atractivo físico no te acompañe, o que no vayas correctamente arreglado, y esto perjudique tu encuentro.
  • No sepas mirarte a ti mismo en la situación en la que estés y te distraigas con frecuencia perdiendo el hilo de lo que se está tratando.
  • Observes la situación de manera falsa o poco realista, es decir, que te engañes a ti mismo.

En estos casos, lo mejor, además de las técnicas ya comentadas, será practicar en vivo diversas situaciones con el fin de madurar tu competencia social. Este tipo de práctica podemos desarrollarla en consulta.

A modo de resumen:

Una respuesta socialmente correcta sería el resultado final de una cadena de conductas. Una vez recibidas, procesadas, y evaluadas las posibles opciones de respuesta que puedes tener en una situación, seleccionas las que te parezcan mejor, para posteriormente llevarlas a cabo. Si la opción escogida no te ha dado resultado volverás a reiniciar el proceso haciendo los ajustes necesarios hasta que puedas asegurarte el éxito.

Las habilidades de las que venimos hablando, pueden ser innatas o adquiridas por medio del entrenamiento y la práctica. Algunos de vosotros podéis tener algunas de las habilidades propuestas, pero no todas, y esto ocasiona que, en determinadas circunstancias lleves a cabo satisfactoriamente una conducta, pero no en otras.

No debes olvidar que la forma de tratar a los demás influye sobre la forma de sentirte tratado, es decir,

“la percepción que recibes de cómo los demás te tratan es, en gran medida, un reflejo de tu comportamiento hacia ellos”

De aquí que la conducta social se forma sobre las bases de la reciprocidad y la influencia mutua.

Todos sois personas activas que buscáis y analizáis la información que os llega de vuestro entorno, generando observaciones y controlando vuestra conducta con el fin de lograr los objetivos que perseguís. Los pensamientos o las ideas surgen en vuestra mente ante de iniciar cualquier relación con otra persona, y un error en la cadena de los pensamientos que estéis elaborando puede aumentar la probabilidad de tener una respuesta final poco habilidosa.

Nuestro papel como psicólogos estaría en colaborar con vosotros para ayudaros a que seáis buenos científicos, en el sentido de que consideréis vuestros pensamientos como hipótesis en lugar de hechos, con el fin de que analicéis si los datos con los que contáis apoyan o no esas hipótesis, en lugar de interpretarlas como ciertas. Vosotros, por vuestra parte, tenéis que saber recibir y procesar la información importante que os llega del entorno, determinar qué estilo de conducta o qué normas rigen en la situación, con vistas a comprender mejor las emociones que recibís y las intenciones de las personas que allí se encuentran. Actuando de esta manera te garantizas parte del éxito.

Para finalizar con la parte teórica y práctica de los temas de autoestima y entrenamiento asertivo, pasamos a comentar una serie de técnicas rápidas que os ayudarán a salir airosos cuando pretendiendo ser asertivos los demás intentan con sus estratagemas impedir vuestros objetivos, tratando con ello de arruinar vuestros deseos e impidiendo aquello que pretendías conseguir:

1.     Técnica del disco roto. Repite tu punto de vista con tranquilidad, sin dejarte ganar por aspectos irrelevantes, en estos casos, es bueno utilizar frases del tipo: Sí, pero...Sí, lo sé, pero mi punto de vista es... Estoy de acuerdo, pero...Sí, pero yo decía...Bien, pero todavía no me interesa.

2.     Técnica del acuerdo asertivo. Es conveniente responder a la crítica admitiendo que hemos cometido un error, pero separándolo del hecho de ser una buena o mala persona: Sí, me olvidé de la cita que teníamos para comer. Por lo general, suelo ser más responsable.

3.     Técnica de la pregunta asertiva. Consiste en incitar a la crítica a la otra persona para obtener información que podrás utilizar en tu argumentación: Entiendo que no te guste el modo en que actué la otra noche en la reunión. ¿Qué fue lo que te molestó? ¿Qué es lo que te molesta de mí que hace que no te guste? ¿Qué hay en mi forma de hablar que te desagrada?

4.  Técnica para procesar el cambio. Consiste en desplazar el foco de la discusión hacia el análisis de lo que ocurre entre el otro y tú, dejando aparte el tema de la discusión: Nos estamos saliendo de la cuestión. No vamos a desviar del tema y acabaremos hablando de cosas pasadas. Me parece que estás enfadado.

5.  Técnica de la claudicación simulada. Se trata de aparentar ceder terreno sin cederlo realmente.  Muéstrate de acuerdo con el argumento de la otra persona, pero no consientas en cambiar de postura: Es posible que tengas razón, seguramente podría ser más generoso. Quizá no debería mostrarme tan duro, pero...

6. Técnica de ignorar. A veces es preferible ignorar la razón por la que el otro está enfadado y aplazar la discusión hasta que se encuentra calmado: Veo que estás muy trastornado y enojado, así que ya discutiremos esto luego.

7. Técnica del quebrantamiento del proceso. Consiste en responder a la crítica que intenta provocarte otra persona con una sola palabra o con frases del tipo: Si... no... quizá...

8.  Técnica de la ironía asertiva. Es como responder a la crítica hostil de forma positiva: Responde a “Eres un fanfarrón” con un “Gracias”.

9. Técnica del aplazamiento asertivo. Se trata de aplazar la respuesta a lo que se nos pregunta hasta que te sientas tranquilo y capaz de responder a ella apropiadamente: Sí... es un tema muy interesante… Tengo que reservarme mi opinión al respecto...No quiero hablar de esto ahora.

También resulta útil estar preparado contra ciertas estrategias típicas que intentarán bloquear y atacar tus respuestas asertivas. Algunas de la más molestas son:

1.   Reírse. Consiste en que el otro intenta responder a tu reivindicación con un chiste: ¿Sólo tres semanas tarde? ¡Yo he conseguido ser todavía menos puntual! Es conveniente utilizar en estos casos la técnica para provocar el cambio: Las bromas nos están apartando del tema y la del disco roto: Sí..., pero.

2.  Culpar. Es cuando intentan culparte a ti del problema: Haces siempre la cena tan tarde que luego estoy demasiado cansado para lavar los platos. En este caso, es conveniente utilizar la técnica de la claudicación simulada: Puede que tengas razón, pero tú estás rompiendo tu compromiso de lavar los platos, o simplemente no te muestres de acuerdo: Las diez es una buena hora para lavar los platos.

3. Atacar. Consiste en que responden a tu afirmación con un ataque personal del siguiente tipo: “¿Quién eres tú para molestarte porque te interrumpan? ¡eres la fanfarrona más grande que conozco!”. Las mejores estrategias en estos casos son la técnica de la ironía asertiva: Gracias, junto con la del disco roto o la de ignorar: Veo que estás de mal humor, ya hablaremos más tarde.

4.  Retrasar. Tu reivindicación es recibida con un “Ahora no, estoy demasiado cansado” o “Puede que en otra ocasión...” Utiliza en estos casos la técnica del disco roto e insiste en fijar una fecha para discutir el asunto.

5. Interrogar. Consiste en bloquear cada una de tus afirmaciones con una serie continuada de interrogantes: “¿Por qué te sientes así? Todavía no sé por qué no quieres ir... ¿Por qué has cambiado de opinión?”. La mejor respuesta es utilizar la técnica para provocar el cambio: Porque no es ese el problema. La cuestión es que no quiero ir esta noche, o la del disco roto.

6. Utilizar la autocompasión. Tu reivindicación es recibida con lágrimas y con la acusación implícita de que eres un sádico. Intenta seguir adelante con tu guión, utilizando la técnica del acuerdo asertivo: Sé que te resulta doloroso, pero tengo que resolverlo.

7. Buscar sutilezas. La otra persona intenta discutir sobre la legitimidad de tus sentimientos o sobre la magnitud del problema, para así distraer tu atención. Utiliza en estos casos la técnica para procesar el cambio: Nos estamos entreteniendo en sutilezas y apartándonos de la cuestión principal, junto con la reafirmación de tu derecho a sentirte como te sientes.

8.  Amenazar. La otra persona intenta amenazarte con frases como esta: “Si sigues con la misma cantinela, vas a tener que buscarte otro novio”. Utiliza en estos casos la técnica del quebrantamiento del proceso Quizá y la de la pregunta asertiva: ¿por qué te molesta mi petición? También puedes utilizar la técnica para procesar el cambio: Eso suena a amenaza o la de ignorar.

9. Negar. Consiste en hacerte creer que estás equivocado: “Yo no hice eso” o “De verdad que me has malinterpretado”. Reafírmate en lo que has observado y experimenta y utiliza la técnica de la claudicación simulada: Puede parecer que estoy equivocado, pero he observado que...

El empleo de estas estrategias es necesario ya que en determinadas circunstancias particulares deberás enfrentarte con ciertas personas que requieren una actitud asertiva más a la defensiva. La asertividad en la defensa persigue sobre todo afirmar tu postura. Esta se puede desempeñar mejor cuando conoces mejor otros estilos de respuesta como son el agresivo o pasivo.

Aunque cada uno de nosotros es el responsable último de su autoestima, en nuestra mano está el apoyar o atacar la confianza y el respeto de cualquier persona con la que tratemos. De aquí que hayamos querido finalizar haciendo una pregunta.

¿Qué conductas, de las que mostramos habitualmente ante los otros, son las más provechosas para el fortalecimiento de la autoestima en los demás y en nosotros mismos?

La premisa más importante que no debemos nunca descuidar es el trato respetuoso mostrado ante los demás. Esto se transmite a través de una amplia gama de conductas tales como: el saludo, la forma de mirar, de hablar y de escuchar. En el modo de ser corteses, en el contacto visual, en no ser condescendientes, no siendo moralista, en escuchar con atención, en preocuparnos por comprender y ser comprendidos, en ser espontáneos.

El respeto debe ser constante, sea cual fuere la conducta de la otra persona. Cuando alguien importante para nosotros nos describe sus sentimientos de miedo, dolor o ira, no le estamos ayudando si le respondemos: “¡Oh, no deberías sentir eso!”. Este tipo de respuesta es propia de alguien que tan solo pretende animar. Es valioso para la persona que escuchemos dejar que exprese sus sentimientos sin tener que hacer frente a críticas, condenas, burlas o sermones. A menudo el hecho de expresar lo que se siente por sí mismo ya es reparador. También es reparador para los demás que sepamos escucharles con serenidad y comprensión. También es algo básico para la auténtica amistad, y para el amor.

Imaginar aquellos amigos que cuando intentáis comunicarles emociones intensas, os interrumpen para daros un sermón, o una serie de consejos, o cambian de tema directamente. Sería estupendo que entre amigos pudiéramos expresar nuestros pensamientos y opiniones sin miedo al ridículo o al reproche.

Si estás de acuerdo con este planteamiento podrías preguntarte:

¿Has logrado crear un contexto abierto en tu relación con los demás?

Muchos de vosotros habéis tenido la sensación desde la infancia de pasar desapercibidos y de no sentiros comprendidos, de aquí que sea tan importante, que en la conversación con otros introduzcamos términos que le permitan a los demás sentirse visto y oído por nosotros: “Me pareció oírte decir...”, “Imagino que estarás sintiendo...”, “En este momento parece como si tu...”, “Permíteme decirte cómo entiendo yo tu punto de vista...”

También es muy importante saber juzgar a la otra persona, pero no enjuiciarla. Es decir, una cosa es moralizar sobre una conducta tratando de cambiarla provocando un sentimiento de culpa, y otra muy distinta es evaluar una conducta como mejor o peor desde el punto de vista de la felicidad y el bienestar. Cuando bombardeamos a los demás con nuestras evaluaciones de su carácter, inteligencia y cosas parecidas, podremos intimidarlos, pero no ayudarles a evolucionar. Ser moralista y juez al mismo tiempo puede intensificar los sentimientos de falta de valía en la otra persona. Podemos aprender a decir que algo nos gusta o nos disgusta, que lo admiramos o no lo admiramos, sin necesidad de calificar, atacar o alabar de un modo irreal al otro.

Una cosa es ser compasivo y otra ser sentimental, es decir, no debemos estimular la pasividad ni la autocompasión. Una cosa es ser amables y otra permitir que abusen de nosotros. Por ejemplo, podemos atender a un amigo cuando se encuentre mal, pero no hay porqué dejar que nos llame a cualquier hora del día o la noche por asuntos triviales. Debemos conseguir además que se nos reconozca el valor de nuestro tiempo. Debemos también, trazar líneas de demarcación y establecer límites en nuestros encuentros sociales, como harían los buenos padres, o como hacen los amigos inteligentes, y como hacen las personas que se respetan a sí mismas en todos los ámbitos. Si cuidamos de nosotros mismos, de nuestras necesidades y de nuestro tiempo estaremos dando ejemplo, ya que a la larga los amigos autosacrificados son una carga y no una alegría.

Tampoco es bueno limitarnos a calificar a una persona de corrupta, irreflexiva, o inmoral, si así lo hiciéramos no estaríamos comprendiéndola. Para comprenderla, es necesario que conozcamos el contexto en el cual su conducta adquiere algún sentido o se vuelve conveniente o incluso necesaria para ella, aunque objetivamente sea por completo irracional. Es lógico que no podemos comportarnos así con todas las personas, pero con aquellas que amamos o realmente nos importan es algo valioso llevarlo a cabo, por ello es bueno formular en estos casos preguntas del tipo: ¿Qué sentías en ese momento?, ¿Qué opciones tenías?, ¿Qué pensabas que estaba diciendo esa persona contra la cual te comportabas?, ¿Cómo veías la situación?

Intentar crear sentimientos de culpa en los demás no sirve para nada, sobre todo cuando es un sentimiento paralizador. Con esto no pretendemos decir que los errores o las actuaciones equivocadas haya que darles legitimidad, lo que intentamos decir es que necesitamos ser comprensivos y entender el contexto en el que ocurren las cosas.

Los buenos amigos tampoco se dejan convencer del concepto negativo que tiene de sí mismo su compañero, es bueno decir entonces, yo creo que podrás, inténtalo otra vez, yo creo que eres capaz de pensar por ti mismo y responsabilizarte de tu conducta. A veces, los amigos pueden hacerse observaciones despectivas sobre sí mismos como una treta para que nosotros le hagamos cumplidos. En esa ocasión podemos negarnos diciéndole: Me pregunto cuál será tu beneficio al maltratarte así.

Como epílogo al trabajo de hoy queremos encargar las siguientes tareas para casa, independientemente de los dos modelos de guión que hemos ejemplificado en los apartados 5 y 6 de la entrega.

Para llevar a cabo este punto con más eficacia os pedimos que llevéis un diario (una libreta tipo cuartilla puede servir) de vuestra conducta en aquellas situaciones que os resulten conflictivas. En él anotaréis lo siguiente:

  • Lo que ha sucedido antes de llevar a cabo la conducta.
  • Cuál ha sido la conducta que habéis realizado.
  • Cuáles han sido las consecuencias resultantes de dicha conducta.

Para cada día reservaréis una página completa de la libreta, tengáis o no situación social que anotar. En el caso de que tengáis que dejar una página en blanco procederéis como en las restantes páginas, a saber:

 Anotando el día y la fecha en la cabecera de la página.

  • Dividiendo la página por la mitad para apuntar el comportamiento que hayas tenido y que consideres inadecuado, por un lado, y el comportamiento que consideres adecuado por otro.
  • En las anotaciones que hagas en las páginas de las libretas también incluirás los pensamientos o ideas que hayas tenido, ya sean adecuadas o inadecuadas. Estas anotaciones las realizarás según la mitad de la hoja que corresponda. Si las anotaciones son excesivamente extensas puedes utilizar el reverso de la página para anotarlas. Los pensamientos o ideas inadecuados los iremos comentando continuamente a lo largo de las sesiones dada su importancia.

1.     A la hora de realizar ejercicios es conveniente que concretes qué tipo de situaciones te resultan más difíciles y aquellas otras que en la que te encuentres más cómodo.

2.  Las prácticas que hagas deben ser progresivas, no es conveniente practicar demasiadas conductas a la vez.

3.    La práctica inicial debes escogerla por el potencial de éxito que intuyas puedes alcanzar, de esta forma te aseguras sentirte reforzado.

4.     Tienes que estar atento a los posibles cambios que puedan producirse en tu entorno a causa de tu cambio de conducta. Cabe la posibilidad de que algunas personas no estén de acuerdo con el cambio de conductas que estés experimentando y traten de impedirlo.

5.    Conviene que estés preparado para un posible fracaso en tus primeros intentos de comportarte de forma socialmente adecuada.

6.    Si te propones hacer una práctica y te encuentras demasiado inhibido o con signos evidentes de ansiedad es prudente esperar un poquito hasta que te sientas más preparado.

7.  Repasa continuamente todo lo trabajado respecto a las habilidades sociales para que la comprensión del material teórico esté vivo en tu mente.

8.   Cuando sea necesario practicaremos el modelado y el ensayo de conducta en las sesiones de grupo, simulando situaciones de la vida real.

9.     No pierdas la motivación, ni la ilusión de actuar apropiadamente ante los demás.

10. Tienes que estar seguro de cuales son tus derechos o de lo contrario dudarás respecto a la conducta que intentas defender.

11.  Podría además ocurrirte que tengas dificultad para diferenciar con certeza entre una respuesta        socialmente apropiada de aquella que no lo sea. De cualquier modo, no pierdas la motivación y       sigue practicando.

 

Juan José Regadera. En Murcia a 8 de marzo de 1999 

                                


Hasta pronto

 

 

 


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