Habilidades sociales (2ª Etapa): 3. Sistema de evaluación. Modelo cognitivo-conductual

 Habilidades sociales (2ª Etapa): 

3. Sistema de evaluación 

Modelo cognitivo-conductual

Necesito hacerte unas preguntas:

¿Cuándo miras el rostro de una persona, lo haces de forma consciente, o es algo rutinario de tu vida diaria? ¿encuentras en la expresión de su rostro lo que necesitas saber para comunicarte mejor? ¿intuyes el temor o la incertidumbre en el rostro de los demás?

El actor americano Alan Alda, dijo en cierta ocasión, ante un grupo de licenciados del Colegio de Médicos de la Universidad de Columbia:                                                                        

“Espero que recordéis esto: lo esencial de la cabeza está unido a lo esencial del corazón. No permitáis que se separen”.

Mi director de tesis, al encargarme el trabajo de investigación que vengo desarrollando, me pidió que realizarse una prueba utilizando para ello ocho fotografías que representaban en concreto las caras de los ángeles del “Pórtico de la Gloria” de la Catedral de Santiago de Compostela, para la administración de las fotografías me dio la siguiente contraseña:

“La cara es el espejo del alma”


Cuentan, que un colaborador de Abraham Lincolm le preguntó a éste acerca de los motivos por los que no había designado a un hombre, aparentemente cualificado para un importante puesto de responsabilidad, a lo que Lincolm declaró llanamente:

“No me gustó su cara”

 el colaborador replicó- “No puede desechar a un hombre por una razón como esa. El no puede evitar su apariencia”                                          

  Lincolm insistió:

“Muéstreme a un hombre de cuarenta años que no sea responsable de su cara”


Oscar Wilde, a principios del siglo veinte, utilizó hábilmente el hecho de que el rostro refleja la historia personal y la estructura psicológica de la persona en su dramática novela El retrato de Dorian Gray, en ella, su personaje celebra un contrato con el diablo para conservar su apariencia juvenil y nunca mostrar el paso del tiempo. Sin embargo, la pintura de un retrato escondido en el desván era el registro permanente del libertinaje, los caprichos, el narcisismo y la crueldad a lo largo de su vida.

El rostro es, por tanto, como un mapa geográfico en relieve que ilustra las líneas causadas por las alegrías, los problemas y las erosiones a lo largo del tiempo.      

Saber interpretar un rostro, puede convertirse en una tarea realmente interesante, especialmente si deseas comprender mejor tus relaciones con los demás.

Leemos en Shakespeare:

 “Tu rostro es un libro donde los hombres pueden leer cosas extrañas”

 

Charles Chaplin, y otros muchos actores del cine mudo, fueron los pioneros en el arte de la comunicación no verbal. El actor era bueno o malo según el uso que hacía de sus gestos y de otras señales corporales para comunicarse, y fue así, como, con la llegada de las películas habladas solo sobrevivieron los que tenían buena técnica oral, además de buenas dotes de interpretación.

En 1872 Charles Darwin, conocido evolucionista por sus estudios sobre el origen de las especies, escribió el manuscrito La expresión y las emociones en el hombre y en los animales, facilitando con ello el germen de los estudios modernos acerca de las expresiones faciales y el lenguaje corporal que hasta ahora conocemos.

Hoy en día, nadie cuestiona que algunos gestos como la sonrisa son innatos o genéticos, ya que no es necesaria aprenderla por imitación (como lo han demostrado los estudios con niños ciegos). Algunas emociones también son innatas. Sin embargo, gran parte de nuestra conducta verbal es aprendida y el significado de los movimientos y gestos está determinado por el tipo de civilización en el que nos movemos. Aunque, en general, la mayor parte de los gestos son universales para todo el mundo, tales como sonreír, estar triste, fruncir el ceño, inclinar la cabeza hacia delante, mover la cabeza de un lado a otro, o encogerse de hombros, otros gestos, pueden interpretarse distintamente según la cultura de que se trate, por ejemplo, el gesto del anillo “Todo bien o OK” que es un gesto muy popular en Estados Unidos, en algunos países Mediterráneo simboliza un orificio, indicando con ello,  que un hombre es homosexual, o por el contrario en Japón simbolizaría dinero.

Los gestos deben contemplarse en conjunto, sería un error analizarlos de forma aislada, por ejemplo, rascarse la cabeza, puede significar muchas cosas, sudor, inseguridad, caspa, olvido o mentira. Por otra parte, los gestos pueden mostrarse dentro de un conjunto de frases no verbales que de algún modo nos aportarían información visual sobre los sentimientos y actitudes de quien los hace. Si estáis atentos y concentrados en la conversación que mantengáis con alguien, y os interesa desarrollar la adecuada percepción de vuestros sentidos, debéis poner especial cuidado en comparar las frases no verbales con la expresión oral. Los estudios han demostrado que las señales no verbales influyen cinco veces más que las orales a la hora de interpretar el mensaje que recibimos de la persona con la que estamos hablando, y que cuando estos datos son incongruentes entre sí, la confianza que podemos tener en el mensaje no verbal disminuye considerablemente.

Hace mucho, en el año 400 d.C., San Jerónimo escribió sabiamente:

“Las primeras impresiones son difíciles de borrar de la mente. Una vez que la lana ha sido teñida de púrpura, ¿quién puede devolverla a su blancura original?”.

Está claro que la primera impresión puede ser errónea, a veces esto ha supuesto para algunos de vosotros una dura lección que habéis aprendido a lo largo del camino.


José, ¿con cuánta frecuencia el amor a primera vista se ha convertido en aborrecimiento y dolor después de la segunda, tercera o centésima mirada, convencidos al principio de haber dado con el rostro ideal?

En una ocasión, Freud observó que mientras su paciente le decía que era muy feliz en su matrimonio, sin darse cuenta se quitaba y ponía repetidamente la alianza, esto le ayudó a no sorprenderse cuando más adelante su clienta le manifestó que tenía problemas de pareja. Por lo tanto, debemos contemplar los grupos de gestos y la congruencia entre los canales verbales y no verbales como medio para interpretar correctamente el lenguaje del cuerpo.

También debemos considerar el contexto donde se produce un gesto. Otros factores, como puede ser dar la mano como un “pescado frío” no tiene por qué significar que es un hombre débil de carácter. Puede ser que el hombre tenga artritis en las manos, o que fuese pintor, músico, o cirujano, ya que todos ellos realizan un trabajo manual que exige delicadeza con las manos, y tal vez prefieran no estrecharla. Y por supuesto, siempre nos resultará más difícil interpretar los gestos de una persona de cincuenta años que los de alguien más joven.

La mente humana parece poseer un mecanismo infalible que registra la desviación de los mensajes incongruentes cuando estos se reciben, de aquí que sea bastante difícil fingir el lenguaje del cuerpo. Sin embargo, la educación recibida por nuestros padres suele debilitar nuestras intuiciones perceptivas distorsionándolas, principalmente, por las interpretaciones tan acertadas e incómodas que algunas veces los niños realizan sobre los mayores. Algunas personas, maestras en el arte de fingir, como los políticos, lo consiguen, del que lo logra se dice que tiene carisma.

Las investigaciones sobre habilidades sociales han demostrado que los juicios que establecemos sobre los demás tienden a hacerse sobre la base de la información visual más que la auditiva. Podríamos incluso decir que la manera en que se expone un mensaje es más importante que las palabras que usemos para hacerlo.

Del conjunto de elementos que componen las habilidades sociales los más investigados han sido: la mirada/contacto ocular, las cualidades de la voz, el tiempo de conversación, el contenido verbal, y los gestos de las manos.

Los componentes como la mirada, los gestos como, tomar la palabra o escoger la ocasión apropiada, formarían parte de las cualidades de una persona habilidosa. Los expertos en el tema se han dado cuenta de que, generalmente, de lo que carecemos no es del conocimiento necesario para ser socialmente eficaces, sino de una facilidad de estilo. La carencia de estilo puede ser definida como la torpeza en dominar los componentes no verbales, así como los verbales, además de otros elementos, como podría ser el grado de afectividad que necesitamos mostrar, o la actitud que debemos adoptar.

 A continuación, describiremos algunos componentes no verbales:

 A. Componentes no verbales más importantes.

 Alexander Smith, poeta escocés, escribió hace más de cien años:

 “Todo ser humano refleja su vida en su rostro; el hecho de que sea bien parecido, o lo contrario, se debe a que esa vida ha sido buena o mala. En nuestras facciones los finos cinceles del pensamiento y la emoción están eternamente trabajando

 1. Cuando hables debes mirar a los ojos, de lo contrario parecerás nervioso y falto de confianza.

Leemos en Ovidio:

Hay a menudo voz y palabras en una mirada silenciosa”

 

No utilices nunca una mirada fija, ¡salvo que te muestres enamorado o amistoso!, ya que podrías parecer hostil o temeroso. En general miramos más, cuando estamos más alejados de nuestro compañero, hablamos de temas triviales, estamos implicados en la conversación, nos gusta la persona o la queremos, nos sentimos superiores a ella, somos extrovertidos y cuando escuchamos más que hablamos.

Miramos menos cuando estamos más cerca, estamos tratando temas difíciles, no nos cae simpática la persona, somos introvertidos, vergonzosos, sumisos o nos sentimos tristes o apenados.

 Emerson escribió:

“Los ojos del hombre conversan tanto como su lengua, con la ventaja de que el dialecto ocular no necesita diccionario, sino que es entendido en todo el mundo”


2. La expresión facial. Algunos investigadores han preguntado a muchas personas de distintas condiciones:

                   “¿Cuál es el rasgo más expresivo de la cara?”

 La respuesta es, invariablemente: “los ojos”.

 Elbert Hubbard, escritor de finales del siglo XIX, señaló:

“El rostro humano es la obra maestra de Dios,

Los ojos revelan el alma, la boca, la carne,

El mentón representa el propósito, la nariz significa voluntad;

Pero por sobre y por detrás de todo está ese algo fugaz que llamamos expresión


La expresión es el principal medio para mostrar las emociones. Las emociones más importantes son: la alegría, sorpresa, tristeza, miedo, ira y asco/desprecio, y éstas, son exteriorizadas a través de la frente/cejas, ojos/párpados y la parte inferior de la cara. Estas emociones suelen crearnos ciertos problemas de comunicación, ya que tienden a mostrarse en períodos de corta duración y, a menudo, no sabemos darles una adecuada interpretación dejándonos llevar por la intuición o el presentimiento que tengamos de la persona en cuestión. Es decir, podemos sentir algo sobre una persona sin ser capaces de descubrir de donde viene nuestra impresión. Todos estamos capacitados para interpretar correctamente estas emociones en centésimas de segundo, ya que, además de ser emociones universales, son innatas. La razón del por qué no lo consigamos, como ya dijimos, reside en que desde la infancia se nos enseña a no prestar atención a los mensajes faciales mínimos, ya que podrían ser muy reveladores.

Diversas investigaciones llevadas a cabo para recoger información de distintas culturas han demostrado que, al menos, podemos reconocer con plena confianza seis emociones claras en el rostro humano: felicidad, sorpresa, temor, tristeza, enojo y disgusto. Lo cierto es, que la compleja y fina musculatura de la cara acomoda la piel en múltiples expresiones a lo largo de los años. De estas expresiones las más utilizadas son: el enojo, la ansiedad, la sospecha, la alegría y la expectación, además de otras emociones comunes y actitudes características, que formarían parte de nuestra personalidad.

Los factores constitucionales pueden ser fundamentales para determinar ciertas expresiones faciales. Hay poca duda de que las características originales de la personalidad pueden ser modificadas por la experiencia, de la misma forma la anatomía real de la cara es similarmente moldeada por las experiencias. Shakespeare tuvo en cuenta este hecho cuando en su obra Julio Cesar, Cesar expresa su desconfianza de Casio al afirmar:

“Dejadme rodear de hombres que estén gordos;...Hombres ligeros de cabeza y que duerman por las noches...Aquel Casio tiene un aspecto delgado y hambriento;...Piensa demasiado: tales hombres son peligrosos”

3. La cara es el elemento de nuestro cuerpo mejor entrenado para ocultar los sentimientos, sin embargo, hay emociones que pueden detectarse, como pueden ser esas gotas de sudor en las sienes indicativas de la ansiedad de la persona, o la dilatación de las pupilas cuando aumenta nuestro interés por alguna cuestión. Los estímulos agradables dilatarán las pupilas mientras que los estímulos desagradables harán que se contraigan.

4. Los ojos deben examinarse en relación con la boca. A veces descubriremos que la boca sonríe, pero los ojos no.  Esto nos ayudará a identificar la sonrisa falsa, donde la frialdad en los ojos desmiente la más formidable de las sonrisas. Como dice un personaje de Shakespeare:

“Puedo sonreír y asesinar cuando sonrío”

5. La sonrisa, aunque nos parezca sorprendente, es un medio de defensa que utilizamos como elemento pacificador. El ejemplo estaría en la persona que sonríe al llegar tarde a una cena, en este caso su sonrisa actuaría como amortiguador ante el posible enfado del compañero. Otra función de la sonrisa sería trasmitir que nos gusta otra persona, y si al mismo tiempo parpadeamos, podremos decir que estamos coqueteando. Sonreír, a menudo, puede tener un gran impacto sobre la calidad de nuestros encuentros con los demás, gracias a ello, podemos suavizar el rechazo, comunicarnos de forma amigable, y estimular a los demás a que nos devuelvan la sonrisa, y por supuesto, sonreír es aún más importante para aquellos de vosotros que cuando no lo hacéis vuestra expresión suele ser de tristeza.

6. La posición del cuerpo, de nuestros brazos y piernas. La forma de sentarnos, cómo estar de pie y la manera de pasear refleja nuestra actitud y nuestros sentimientos sobre nosotros mismos y con los demás. Básicamente encontramos cuatro modos de situarnos: Acercamiento, que es una postura atenta con inclinación hacia delante. Retirada, que es una postura negativa de rechazo comunicada retrocediendo o volviéndose hacia otro lado. Expansión, que es una postura orgullosa, engreída, arrogante o despreciativa, comunicada por la expansión del pecho, el tronco erecto o inclinado hacia atrás, cabeza erecta y hombros levantados. Y contracción, que es una postura depresiva, cabizbaja o abatida, comunicada por el tronco inclinado hacia delante, la cabeza hundida, hombros que cuelgan y pecho hundido.

7. Los gestos tienen un significado más cultural. Las manos, y en menor grado, la cabeza y los pies, pueden producir una amplia gama de gestos que a veces resultan muy útiles para ilustrar situaciones difíciles de verbalizar. No debemos olvidar que después de la cara, las manos son la parte más visible y expresiva de la comunicación, aunque le prestemos menos atención. La función principal de las manos sería la de ilustrarnos, acompañando al habla. Cuando estamos depresivos nuestros movimientos son más lentos y escasos, cuando estamos excitados, son más rápidos y expansivos. Cuando tenemos ansiedad, nos echamos mano al pelo, a la cara, nos retorcemos las manos, abrimos y cerramos el puño, retocamos las cejas, nos rascamos la cara, nos tiramos del pelo y agitamos las manos sin rumbo fijo. Las personas más habilidosas desarrollan un mayor número de gestos junto con el tiempo de habla, la mirada y las sonrisas.

Cuando estamos sentados hablando con otro, las piernas y los pies, son las partes que parecen escapar más fácilmente a nuestro control. La razón de esto es que nuestra atención estaría centrada más bien en la cara, además de que, por naturaleza tendemos a concederle poca importancia, de aquí que las señales que nos suministran estos movimientos sean válidas en cuanto a nuestro verdadero estado de ánimo. Pongamos el ejemplo del que escucha paciente y sonriente, e incluso, asiente con la cabeza a intervalos apropiados, pero uno de sus pies se está agitando rítmicamente arriba/abajo. Esta es una señal de huida o de desear marcharse.

Tenemos también las posturas de apretar las piernas, posturas de tensión que contradicen señales faciales relajadas. O cambios en la posición de las piernas de forma continua y movimientos repetitivos de los pies que indican un impulso de huir en alguien que de otra manera parece estar contento donde está.

8. A veces, nuestro estado de humor interno, estimula el auto-contacto. Las intimidades con uno mismo pueden definirse como movimientos que nos procuran bienestar, porque inconscientemente deseamos ser tocados. Estos movimientos suelen ser casi inconscientes y sin intención de comunicar, y su aumento depende de la incomodidad psicológica y la ansiedad que tengamos.

9. Respecto a la distancia permitida entre dos personas que están hablando. Si esta excede o es menor que los límites considerados como normales, entonces provocará actitudes negativas en el otro. Acercarse demasiado puede ofender a la otra persona, ponerla a la defensiva o abrir la puerta a una mayor intimidad. Generalmente preferimos ponernos más cerca de aquellas personas que nos agradan y más lejos de las que no son de nuestro gusto.

10. El contacto físico es la forma más íntima de comunicación, se suele tocar más cuando: se da información o consejo que cuando se pide, damos una orden más que cuando respondemos a ella, pedimos un favor más que cuando respondemos a una petición, intentas convencer a alguien antes que persuadirlo, la conversación es más profunda, y cuando transmitimos excitación más que cuando la recibes.

Los hombres tocan más a las mujeres que las mujeres a los hombres. Además, mientras que el hecho de que un hombre toque a una mujer no se interpreta necesariamente como medio de intención sexual, el que una mujer toque a un hombre si se interpreta así.

11. Respecto a la apariencia personal, en cuanto aspecto exterior, las ropas y los adornos juegan un papel importante en la impresión que los demás se forman de nosotros. Los componentes en que se basan el atractivo y las percepciones del otro, están formados por los vestidos, el físico, la cara, el pelo y las manos. Las características de la apariencia personal nos ofrecen impresiones a los demás sobre el atractivo, estatus, grado de conformidad, inteligencia, personalidad, clase social, estilo y gusto, sexualidad y edad de la persona. La presentación de la propia imagen a los demás es una parte esencial de la conducta social, pero tiene que hacerse de un modo adecuado.

Vistiéndonos de una manera particular una persona sugiere la clase de situación a la que está acostumbrada, es decir, está definiendo la situación por su apariencia e influyendo así en la conducta de los demás. Algunos nos preocupamos mucho con respecto a esta forma de comunicación, y otros, en cambio, nos cuidamos poco, lo cierto es, que la mayoría quizá, tienen poca idea de lo que están tratando de comunicar con ello.

Se ha sugerido que una de las posibles causas de la falta de habilidad social con el sexo opuesto puede deberse en algunos sujetos a su falta de atractivo físico: mujeres atractivas poseen más habilidades con el sexo contrario que mujeres no atractivas. Algunos estudios han demostrado que la apariencia es un componente importante que determina la frecuencia con que se citan el sexo opuesto tanto los hombres como las mujeres.

12. Los movimientos de cabeza, como son los asentimientos, juegan un papel importante en la interacción con los demás, indican acuerdo, buena voluntad de que el otro siga hablando y actúan como refuerzo en la conversación, aunque también pueden señalar deseo de terminar la conversación. Sin embargo, el sacudir la cabeza, moverla horizontalmente de un lado a otro, tiene efectos contrarios al gesto anterior.

 

B. Componentes paralingüísticos:

La forma de decir las cosas es tan importante como lo que se dice. Las señales vocales incluyen el volumen, el tono, el timbre, la claridad, la velocidad, el énfasis, y la fluidez, los umhs, y ehs, las pausas y las vacilaciones. Las señales vocales pueden afectar el significado de lo que se dice y de cómo se recibe. La misma frase dicha en varios tonos de voz o con determinadas palabras resaltadas puede transmitir mensajes diferentes. “Te quiero” puede decirse con afecto, irónicamente o cruelmente. Existen tres aspectos importantes en la vocalización, primero, el sonido como un medio básico de comunicación; el segundo, el sonido que comunica sentimientos, actitudes y la personalidad; y tercero que da énfasis y significado al habla.  La gente elabora juicios de los demás a partir de sus señales vocales. Todos estos elementos no suelen emplearse de forma aislada, el significado transmitido es normalmente el resultado de una combinación de señales vocales, conducta verbal y esto es evaluado dentro de una situación determinada.

1. El volumen, consiste en hacer que un mensaje llegue a su destino, si hablamos demasiado bajo provocaremos que el mensaje sea ignorado o que el oyente se irrite. Un bajo volumen de voz puede indicar seguridad y dominio, en cambio hablar demasiado alto puede tener consecuencias negativas ya que la gente, podría marcharse o evitar futuros encuentros. Los cambios en el volumen de la voz pueden emplearse en una conversación para enfatizar lo que se quiere decir, una voz que varía poco en volumen no será muy interesante de escuchar.

2. El tono en la voz nos diferencia. Algunas personas tienen voces muy finas, nasales, mientras que otras tienen voces resonantes. Estas últimas son consideradas más atractivas. Un tono insípido, monótono puede producir la sensación de depresión, mientras que un tono gutural puede dar la impresión de madurez o sofisticación. La voz aguda, es descrita a menudo como de queja, o infantil, y suele darse en personas con problemas afectivos. La voz plana, es interpretada como floja, enfermiza o de desamparo, y se encuentra en personas deprimidas y dependientes. La voz hueca, con pocas frecuencias altas, interpretadas como sin vida y vacía, la hallamos en personas con fatiga y debilidad general. Y la voz robusta que causa impresión y tiene éxito, aparece en gente sana, segura y extrovertida. Se sabe que el tono de la voz contribuye menos que la expresión facial, pero mucho más que el contenido de la conversación, a las impresiones que los demás se formen de nosotros. Las mismas palabras, dichas entre dientes, con ira, con alegría, susurrada el oído, o gritando producen efectos distintos en los demás.

3. Las vacilaciones, los falsos comienzos y repeticiones son bastantes normales en las conversaciones diarias. Las perturbaciones excesivas del habla pueden causar una impresión de inseguridad, incompetencia, poco interés o ansiedad. Podemos encontrar tres clases de perturbaciones del habla. Una es la presencia de muchos períodos de silencio sin rellenar, que podrían interpretarse dependiendo en parte de la relación que tengamos, con extraños o conocidos, muchos períodos de silencio podría interpretarse negativamente, como ansiedad, enfado e incluso desprecio. Otra clase de perturbación del habla es el empleo excesivo de palabras de relleno durante las pausas, por ejemplo, “ya sabes”, “bueno” o sonidos como “uhm” o “eh”. Demasiadas pausas rellenas provocan percepciones de ansiedad o aburrimiento. Un tercer tipo de perturbaciones incluye repeticiones, tartamudeos, pronunciación errónea, omisiones y palabras sin sentido.

4. La claridad también es importante, algunas personas farfullan las palabras, hablan arrastrándolas, chapurrean o hablan a borbotones o tienen un acento excesivo. Esta forma de habla puede ser desagradable para el que escucha. El chapurreo, puede indicar ira o impaciencia, mientras que el arrastrar las palabras podría indicar aburrimiento o tristeza, así como ser difícil de entender.

5. La velocidad también aporta prestancia a la conversación, si se habla muy lentamente, los que escuchan podrían impacientarse y aburrirse. Si se habla muy rápidamente, la gente podría tener dificultades para entendernos. El habla lenta puede indicar tristeza, afecto o aburrimiento, mientras que el habla rápida puede indicar alegría o sorpresa. El hablar demasiado deprisa, cuando se pide un favor o una cita o cuando se ofrece un cumplido, puede disminuir su efectividad. En otras ocasiones, como en una conversación, hablar deprisa puede dar la impresión de animado y extrovertido. El cambiar el ritmo, como puede ser introducir alguna pausa, hará el estilo de conversación más interesante.

 

C. Componentes verbales:

1. Las palabras se utilizan para una variedad amplia de propósitos como comunicar ideas, describir sentimientos, razonar y argumentar. Emplearemos las palabras dependiendo de la situación en la que nos encontremos, según nuestro papel en esa situación y de lo que queramos conseguir. Las situaciones varían desde las informales íntimas, como puede ser estar en casa tomando café con los amigos, hasta las formales como discutir con nuestro jefe. Es además muy importante el papel que tengamos en la situación, no es lo mismo ser el profesor, el alumno, el jefe, un empleado o un amigo. Por otro lado, cada uno aporta a la situación su propio estilo personal, como puede ser el tiempo que dedicamos a decir algo, o las frases características que utilizamos.

2. El tema a tratar o los contenidos de la conversación pueden variar, como sucede entre amantes o entre madre e hijo, o entre comprador o vendedor. Podemos hablar de cosas concretas como la descripción de un vestido, o abstracto como los méritos de un político o el significado de la felicidad. También puede ser sobre asuntos internos, como los sentimientos, pensamientos, actitudes y opiniones, o sobre asuntos externos, como la organización en la oficina.

Al hablar con alguien podemos utilizar distintos contenidos de conversación:  el habla egocéntrica, que dirigimos hacia nosotros mismos sin tener en cuenta el efecto que está teniendo en la otra persona. Las instrucciones, con ellas perseguimos influir en la conducta del otro, van desde dar órdenes o exigir cosas, hasta hacer ligeras sugerencias. Las preguntas, están encaminadas a provocar respuestas apropiadas en el otro. También las utilizamos para iniciar un encuentro, ya que indican buena voluntad de implicarse en el encuentro además de interés hacia la otra persona. Las bromas, son otro tipo de charla informal, donde se intercambia poca información y no se afecta a la conducta. El propósito de estas expresiones consiste en establecer, mantener y disfrutar de las relaciones sociales. Otro tipo de costumbres sociales dan también contenido a la conversación, como son los saludos, despedidas, dar las gracias que aislados no tienen ningún significado.

3. Conversar implica una integración compleja y cuidadosa regulada por señales verbales y no verbales, antes de iniciar una conversación, debemos asegurarnos que el otro nos presta atención, que estamos a una distancia razonable, debemos dirigir nuestro cuerpo hacia él, e intercambiar miradas una vez iniciada la comunicación. Cada uno necesita del otro ciertos ingredientes tales como una mirada relativamente fija, movimientos de asentimientos con la cabeza, reacciones faciales adecuadas y tal vez ciertos murmullos de aprobación como “m-hm” y “sí”. Sin estos ingredientes la conversación no tardaría en cortarse. Por tu parte, las señales no-verbales regulan el flujo de una conversación, de manera que cada uno debe hablar cuando sea su turno con el fin de no producir interrupciones o silencios incómodos y prolongados.

Durante una conversación entre dos personas, el que habla mira a su compañero cada cierto tiempo y luego vuelve a mirar hacia otro lado; estas miradas hacia otro lado duran tanto como las miradas de contacto. Cuando el que habla ha terminado su intervención, su tono de voz se eleva (como al formular una pregunta) o baja. Una ligera carraspera, una cierta pesadez, una disminución en el volumen, son todos síntomas de que le corresponde a la otra persona tomar la palabra. A veces, el oyente nota que se aproxima su turno de hablar, pero prefiere no hacerlo, en este caso, asiente con la cabeza, con murmullos de aprobación o completando la frase del que tiene la palabra, indicando con ello que continúe hablando.

Dentro de la conversación, los pensamientos o sentimientos forman parte esencial de la comunicación, una buena práctica sería incitar a que seáis más honestos y espontáneos, en lugar de vacilar o no saber qué decir, en la expresión de vuestros sentimientos podéis encontrar un paso válido hacia un mayor asertividad espontánea. La meta de esta estrategia es que te expreses tú mismo, honesta y espontáneamente de una forma correcta para ti.

4. La duración del habla contribuye significativamente a favorecer la impresión de la habilidad social en el que escucha. Sin embargo, hablar demasiado implica que seamos vistos como dominantes, descorteses, egoístas, atrevidos, fríos, poco atentos, mientras que el que habla el 50 por 100 del tiempo es percibido como agradable, atento, cortés y cordial. Los que hablan solo un 20 por 100 son evaluados como poco atentos y poco inteligentes. También se sabe que la duración del habla está relacionada con la asertividad, la capacidad para enfrentarse a situaciones y el nivel de ansiedad social.

 

5. Cuando alguien está hablando necesita saber cómo están respondiendo los demás, de modo que pueda modificar sus verbalizaciones de acuerdo con ello. Necesitamos saber si los que escuchan nos comprenden, si están de acuerdo o no, les agrada o les molesta. Esta información la recibimos de distintas formas: por un lado, el que escucha nos manifiesta atención mirando más del 50% del tiempo, asintiendo con la cabeza, haciendo sonidos vocales de seguimiento o emitiendo afirmaciones verbales. También lo sentimos por el tipo de pregunta o afirmación que nos hace el que escucha, esto nos produce empatía y refuerzo, y por ultimo, el oyente puede comentar verbalmente las frases del que habla expresando sorpresa, diversión, etc. con sus equivalentes verbales, como levantar las cejas con sorpresa, o muecas de placer o disgusto con la boca.

Los déficits más frecuentes en el empleo del refuerzo a la otra persona consisten en no hacer preguntas y comentarios directamente relacionados con la otra persona. El emplear respuestas mínimas produce en los otros la impresión de que les gustaría que terminaras con el fin de que el otro pudiera hacerlo, y, por lo tanto, que no estamos interesados en lo que estás diciendo. También podemos dar refuerzo al otro de forma inadecuada, por ejemplo, justo en medio de una verbalización, cuando es así, funciona nuestro refuerzo como una interrupción. Quizá el error más común es el de ofrecer una crítica o refuerzo negativo excesivo.

6. Las preguntas son esenciales para conseguir mantener la conversación, obtener información, mostrar interés en los demás e influir en la conducta de los otros. No utilizarlas puede producir déficits importantes en todas las áreas. Las preguntas pueden ser de tipo general, ¿cómo estás?, ¿cómo van las cosas? y permiten al que habla hacerlo sobre algo que él mismo elija y son útiles para empezar la conversación. Preguntas específicas como “¿Dónde fuiste exactamente?”, “¿Qué es exactamente lo que hiciste?”, siguen normalmente a las generales y son útiles para mantener hablando a la otra persona. Las preguntas sobre hechos como “¿qué hiciste el fin de semana?”, se emplean para obtener información e introducir nuevos temas de conversación. Las preguntas sobre sentimientos incluyen “¿qué pensaste o sentiste al respecto?”, “¿Te gustó?”. Se emplean para conseguir que los otros cuenten cosas de sí mismos y siguen normalmente a las preguntas de hechos. Preguntas con final abierto, como: “¿Cuéntame más sobre eso”, “Qué hiciste durante las vacaciones?”, son útiles para conseguir que la gente dé contestaciones más largas. Las preguntas con final cerrado, como “¿te lo pasaste bien el fin de semana?”, pueden responderse con un “si” y “no” y no dan lugar a contestaciones largas.

Todo el mundo tiene experiencias, sentimientos y conocimientos de varias clases, y esto es lo que intercambiamos en la conversación. Gran parte de la conversación trata sobre asuntos diarios y hablamos a menudo sobre cosas que hemos hecho o sobre situaciones en las que estamos envueltos. Las conversaciones a menudo comienzan con información de hechos y afirmaciones generales, por ejemplo, “estuve fuera la semana pasada”, que se siguen por verbalizaciones específicas, que dan detalles de lo que hicimos, o sobre lo que vimos. Por ejemplo, “estuvimos con unos amigos y visitamos el pueblo”. Después continuamos con la expresión de sentimientos, actitudes y opiniones sobre lo que estábamos describiendo: “me sentí bien al marcharme y relajarme un poco”. El hecho de contar cosas de nosotros mismos y de nuestra vida, es algo que hacemos gradual y recíprocamente. El fracaso más común es no revelarse lo suficiente. Algunas investigaciones han confirmado que algunas personas solitarias pasan mucho tiempo con amistades como hace la gente no solitaria; la diferencia está en que revelan menos cosas de ellos mismos.

El secreto para convertirse en alguien socialmente habilidoso no reside únicamente en el conocimiento de qué es una conducta asertiva, pasiva o agresiva, sino en nuestra capacidad para comprender que en la conducta social influyen una serie de factores y que dependiendo del conocimiento que tengamos de ellos obtendremos un mayor éxito en nuestra relación con los demás. De estos factores, hemos comentado hasta aquí los que podríamos denominar conductuales y que son todos aquellos que tienen que ver con el lenguaje verbal y no verbal, incluidos los elementos paralingüísticos, como han sido el volumen, el tono y todos aquellos que acabamos de describir.


D. Igual de importante son los elementos cognitivos o variables de la persona:

Además de conocer cuál es la conducta más apropiada en la situación en la que nos encontramos, además de tener en cuenta las costumbres de las personas implicadas en la situación, además de saber cuándo, dónde y cómo tenemos que llevar a cabo una conducta, necesitamos saber cómo ponernos en el lugar de la otra persona y cómo resolveremos los problemas que nos surjan. Tenemos que cuidar las impresiones que nos formamos de los demás a causa de su apariencia o circunstancias. Necesitamos controlar nuestras ideas sobre la gente, elaboradas con el paso de los años y que condicionan nuestra manera de responder y no actuar ante ellos en base a los patrones y esquemas rígidos que hemos desarrollado con el paso del tiempo.

Necesitamos controlar nuestra autoestima para no percibirnos como poco eficientes, debemos evitar opinar acerca de nosotros mismos de modo negativo y sobre las consecuencias de lo que hacemos. De este modo, evitaremos incrementar o desarrollar sentimientos de indefensión o desamparo.

Cuando nos relacionamos con alguien, debemos tener en cuenta sus preferencias, sus gustos y sus desagrados y procurar hacerlo igual con nosotros mismos.

Necesitamos saber qué aprender y que tipo educación es apropiada recibir para aquellas cosas que deseamos realizar. Es adecuado interesarse por la conducta de los demás, observarla en profundidad, ya que de su observación adquiriremos conocimiento y objetividad. Necesitamos ser positivos con nosotros mismos, con ello incrementaremos nuestra autoestima. Y lo más importante, debemos eliminar nuestro diálogo interno negativo y nuestra exigencia fruto de un excesivo perfeccionismo con nosotros mismos y con los demás.

Con la ayuda de técnicas cognitivo-conductuales dominaremos el arte de controlar, en la medida de lo posible, cada uno de los factores antes indicados: variables conductuales, cognitivas y fisiológicas, y será a través de la relajación como dominaremos las respuestas ansiógenas que nuestro organismo experimenta ante determinadas situaciones sociales.

E. Por último, hablaremos de las variables situacionales, es decir, el contexto donde sucede la comunicación. La forma de mostrar nuestra conducta viene obligada por el contexto o lugar donde se desarrolla, dando con ello coherencia y sentido al despliegue de conductas necesarias en cualquier interacción con los demás.

Necesitamos conocer cuáles son los objetivos y los propósitos que perseguimos cuando participamos en cualquier acontecimiento social, por ejemplo, si vamos a una discoteca necesitamos saber para qué nos sirve estar allí. También es muy importante conocer las costumbres y reglas sociales de la situación en la que nos hallamos, por ejemplo, si nos invitan a una fiesta necesitamos vestir con elegancia y mantener temas de conversación animados.

Tampoco debemos olvidar el papel que representa la persona implicada en la situación en la que se encontremos, por ejemplo, si hemos sido invitados a una fiesta debemos saber el tipo de trato y respeto que debemos mostrar al anfitrión.

Es conveniente no olvidar que cualquier situación social mantiene unas secuencias de conducta que deben respetarse, por ejemplo, si acudimos al encuentro de un amigo, debemos saber qué es lo primero que tenemos que hacer al verle, en este caso, saludarle.

Cada situación, además, tiene al margen de sus reglas o normas, sus propios conceptos, y es importante conocerlos si queremos participar de ella, por ejemplo, si queremos jugar al ajedrez o ver una partida, necesitamos conocer que es una “reina” y qué es lo que significa “dar jaque”.

También sucede que determinadas situaciones sociales han sido previamente diseñadas a fin de limitar la participación o la espontaneidad de las personas, por ejemplo, cuando vamos a un banco la ventanilla tiene como finalidad impedir el contacto con el cajero, o en clase la disposición de los pupitres y la mesa del profesor están diseñadas de tal modo que impiden invadir el espacio del profesor.

 Además, cada contexto requiere su habilidad y técnica apropiada, no serán iguales las habilidades que se requieren para hablar bien en público que las que se necesitan para concertar una cita.

Por último, también es importante, dentro de cualquier contexto en el que nos hallemos, el lenguaje que usemos y el estilo del habla, es evidente que no hablaremos de la misma forma si estamos tomando una cerveza con un amigo en un bar, que si estamos tratando con él un problema técnico en el trabajo.

Hasta aquí, hemos intentado dar respuesta a la pregunta: Cuándo me relaciono socialmente con alguien, ¿qué elementos intervienen o participan en dicha situación?


En resumen:

a. Cualquier relación social que mantengas con otra persona ocurre en un lugar determinado (esto lo hemos definido como ambiente o contexto).

b.  La relación es llevada a cabo por una persona concreta.

c.  De las características personales de quien lleve a cabo la conducta, dependerá el éxito o el fracaso de la situación iniciada (es decir, para que podamos desempeñar felizmente nuestra conducta, serán de suma importancia los aspectos cognitivos que conformen nuestra personalidad, me estoy refiriendo a nuestras ideas y pensamientos).

d. Nuestro estado fisiológico también nos ayudará o impedirá mostrarnos ante los demás con mayor o menor equilibrio emocional, incrementando o disminuyendo nuestra respiración, presión sanguínea, temperatura del cuerpo (sudoración), o ritmo cardíaco (taquicardia). Del buen control de estas variables orgánicas dependerá la correcta exposición de nuestras emociones o sentimientos.

Cada una de las circunstancias señaladas mejorará o no la expresión de mi conducta. Por lo tanto:

1. Cualquier comportamiento social que muestre siempre será el resultado de mi conducta, desarrollada dentro de un contexto o ambiente determinado.

2.  La conducta vendrá determinada por mis características cognitivas y fisiológicas.

3.  De la interacción de estos componentes (ambiente, cognitivo y fisiológico) llevaré a cabo la conducta elegida, y ésta, la expresaré según el estilo de conducta que me caracterice, ya sea éste asertivo, agresivo o pasivo.

4. Por último, el resultado final de mi comportamiento lo expresaré a través de los componentes verbales, no verbales y paralingüísticos que haya elegido.

 

Juan José Regadera. En Murcia, a 4 de marzo de 1999


                                


Hasta pronto


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