Derreflexión I. Otras psicoterapias: Logoterapia

 

Derreflexión I. Otras psicoterapias: Logoterapia



El empeño en devolver 
la confianza en el inconsciente 

Viktor Frankl (1905-1997), uno de los psicoterapeutas más representativos de este siglo y último de la Escuela de Viena, creó la logoterapia. Fue precisamente durante su internamiento en el campo de concentración de Theresienstadt, donde desarrolló su teoría basada en la búsqueda de un sentido para la vida de los seres humanos. Las ideas acerca de la hiperreflexión y derreflexión son excelentes aportaciones a la teoría y práctica de la psicoterapia que a nosotros nos interesan y, a continuación, vamos a desarrollar. 

¿Por qué es interesante recuperar la naturalidad en nuestros comportamientos sin pasar por la reflexión?

Todos necesitamos cierta medida de auto-observación y auto-reflexión; sin embargo, cuando llevamos a la práctica de forma excesiva estas actitudes, se producen trastornos físicos y psíquicos molestos para aquellas personas que los padecen, además de perturbar el desarrollo normal de las tareas y disminuir la eficacia en su realización. Imaginemos por un momento la acción de escribir al ordenador o caminar reflexionando previamente cada movimiento que habitualmente se realiza de forma refleja, automática o inconsciente... ¿facilitamos dichas acciones o las entorpecemos y complicamos? 

Debemos huir de la hiperreflexión, dejar de mirarnos tanto a nosotros mismos y recuperar la inocencia y la espontaneidad en nuestras acciones. Dejarnos llevar por el inconsciente, que, por cierto, es muy sabio, es una excelente decisión. 

Dejar de mirarnos a nosotros mismos, abandonar el egocentrismo.


¿Cuándo caemos en la hiperreflexión? 

Cuando nos observamos, espiamos, analizamos e intentamos controlar todo lo que hacemos, pensamos o sentimos, estamos haciendo un ejercicio de hiperreflexión. 

La hiperreflexión puede centrarse en un solo área, por ejemplo el chequeo corporal continuo que practica una persona excesivamente preocupada por su salud; nada más despertar se observa a sí misma: … me noto rara esta mañana... Parece que tengo taquicardia... voy a tomarme la tensión arterial... tengo la frente caliente, será porque tengo fiebre... me noto mareada... no voy a poder ir al trabajo, ¿y si me da el mareo en mitad de la oficina?... 


También puede darse el caso de una actitud de hiperreflexión general ante la vida, una actitud de excesiva preocupación, bien por el temor a que ocurra un suceso negativo importante como por ejemplo, la pérdida de seres queridos: … ¿Y si mi mujer me deja?... ¿Y si me quedo solo en el mundo?... Es un viaje muy largo... si les pasase algo a mis hijos, no sé lo que haría...

Practicando la derreflexión aprendemos a romper con esa actitud de autoobservación que impide que funcionemos de forma natural y saludable. Mediante la técnica de la derreflexión aprendemos a ignorar los síntomas y recuperamos nuestra estabilidad. Aprendemos a confiar en nuestro inconsciente frente a lo racional o intelectual, ayudándonos a descubrir una solución en situaciones en las que nos sentimos atrapados por nuestra propia preocupación acerca de un problema que puede ser físico, psicológico o existencial. 

Cuando no ponemos demasiada atención en resolver un determinado conflicto, en la mayor parte de las ocasiones, la salida aparece de forma natural. Sin embargo, no es suficiente con no prestar tanta atención a esa preocupación, también hay que dirigir nuestro foco de interés a otro contenido positivo. Es decir, necesitamos un cambio en la actitud personal, en definitiva, pasar de estar centrado en mí para ser capaz de encontrar sentido en lo que me rodea, dirigiendo la mente hacia otros pensamientos, objetivos o metas nuevos. Nos guste o no, muchas veces será necesario improvisar, y no tenemos por qué acertar.

De todo ello se espera que la persona desarrolle un mayor sentimiento de crecimiento interno como resultado del hecho de haber logrado olvidarse de sí misma. El proceso consiste en encontrar cosas nuevas que reduzcan la importancia de lo antiguo, salir del egocentrismo acercándose a personas y causas significativas para uno, buscar sentido más allá de la situación cotidiana en la que se vive inmerso, eliminar el sufrimiento evitable por el exceso de preocupación y, en concreto, en actuar y comprometerse.

Precisamente, aceptación y compromiso son dos términos que se incluyen y destacan en los nuevos enfoques psicoterapéuticos que conocemos como terapias de tercera generación.

Juan José Regadera. En Murcia

        

                                     Hasta pronto 

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