El naufragio del COVID-19. Carta de navegación. Filosofía

Carta de navegación 

La odisea espacial intimista, sensible y profunda, protagonizada por el impasible Brad Pitt, narra la arriesgada misión que lo llevará a intentar descubrir qué es lo que le ocurrió a su padre (el astronauta Clifford McBride, protagonizado por Tommy Lee Jones, desaparecido hacía casi 30 años). Su hijo, él también astronauta Roy McBride, a su  vuelta de la misión fuera del Sistema Solar, nos dice: 

“Estoy estable, tranquilo. He dormido bien, sin pesadillas. Estoy activo y centrado. Soy muy consciente de lo que me rodea y de los que conforman mi entorno. Estoy atento. Me centro en lo que es esencial y excluyo todo lo demás. No sé que futuro me espera, pero no me preocupa. Confiaré en la gente más allegada a mí, y compartiré sus cargas, igual que ellos comparten las mías. Pienso vivir y pienso amar. Enviar.” (Ad Astra, 2019)  


El naufragio del Covid-19

Filosofía

El término “naufragio” ha sido empleado por Ortega y Gasset numerosas veces para describir uno de los modos de ser de la vida humana. “Naufragar no es ahogarse” escribe Ortega. En estos momentos nos sumergimos en el abismo, agitando los brazos para mantenernos a flote. El movimiento natatorio que nos ha dejado el COVID-19 crea un mar de dudas y la sensación de “hundirnos desesperadamente en un circulo diabólico”. Sentimos caer no hallando modo de sostenernos ni “saber a qué atenernos”, y en efecto, caer hasta el fondo. El fondo es la desesperación. “Para defendernos de esta desesperación y angustia podemos recurrir a distintas técnicas –como el alcohol y la droga, por ejemplo- y en buena medida a los famosos tranquilizantes, unas sustancias que pretenden no dejarnos afectar por los problemas de la vida y por el hecho mismo de vivir. 

Pero existe un modo positivo de enfrentarnos a la angustia del naufragio del COVID-19, la calma. La calma creada en medio de la congoja y el apuro cuando al sentirnos perdido gritamos a los demás o a sí mismo ¡calma¡. Esta calma pone orden y nos ayuda a determinar la situación y la distancia en la que nos encontramos dentro del mar, y la dirección que debemos seguir para llegar a tierra. 

Nos encontramos originariamente perdidos. El rumbo, el sentido y la velocidad de la navegación con que desplazarnos dependerá de la situación personal de partida y de los instrumentos de navegación náuticos y aéreos con los que contemos. 

Durante el periodo de cuarentena del COVID-19, hemos buscado un “saber a qué atenernos”, y con este saber se entreteje la carta de navegación y los instrumentos (sextante, faro y avioneta) que hagan frente a la “frustración” y al “naufragio” del pensamiento que “no puede sostenerse por sí mismo”. 

Nada de esto debe sorprendernos. El “espíritu de la época” marcara el “espíritu del pueblo” circunscrito al modo de ser que es el naufragar: ¿cuál es ese modo de ser? ¿qué “categorías vitales” describe? ¿qué realidades? 

La persona que “se” encuentra con “otra”; la reciprocidad y la correspondencia de “uno al otro”; el dialogo “entre” personas; convivir y coexistir “vivimos yo y el otro: nosotros”; la participación de “tener y ser-parte de”; la presencia ante “alguien”, son esencias que en sí misma naufragaran en flexibilidad quedando en penumbra. 

Los instrumentos náuticos y aéreos de las Terapias de: Superhéroes; Soledad; Destino; y Vocacional, han sido desarrolladas desde el modelo teórico de la anticipación. Una estructura antropológica fundamental que permitirá a los náufragos determinar la dirección que deben seguir para llegar a tierra firme. 

¿Qué aportan estos nuevos instrumentos de navegación? 

Aportan espontaneidad y creación, además de originalidad, seguridad, fortaleza mental, ilusión, deseo de alcanzar la meta anhelada, sentido de realización, de pertenencia, identidad, mismidad, responsabilidad, conocimiento de lo que “debo hacer” y “deseo hacer”, en definitiva, genialidad para inventar la vida propia. 

¿Qué debo hacer para conseguirlo? 

Reflexionar, y saber quedarse a solas consigo mismo y ensimismarse. De donde venimos y a donde vamos son dos puntos de una misma línea continua, debemos navegar sin esperar a un incierto mañana, y esto, solo se consigue dando valor al conjunto de “instantes” y “momentos” que es la vida de cada uno de nosotros en el encuentro con el “Otro”. El emocionado sentido que el naufrago toma cuando llama a mi puerta y pregunto ¿quién es?, me responde Yo. 


Juan José Regadera. En Murcia, 2020

        

                                     Hasta pronto 


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