¿Es la felicidad lo que buscamos?. Conversaciones en los jardines de la Consulta doctor Regadera


¿Es la felicidad lo que buscamos?

Conversaciones en la Consulta 

Este nuevo formato, Conversaciones en la Consulta, que ofrece la Consulta Doctor Regadera, a puerta cerrada, tratará de un diálogo/entrevista entre el ponente invitado a dar una nueva Conferencia dentro del ciclo En la luna también hay hierba , y un Superhéroe interesado en el tema objeto de debate. En el curso de este diálogo, el Superhéroe pedirá al conferenciante tres propuestas que, a su juicio, y en caso de poder ofrecerlas, podrían contribuir a mejorar la sociedad. 

Fecha: Domingo 1 de noviembre 2020 
Título: “¿Es la felicidad lo que buscamos?” 
Ciclo: En la luna también hay hierba 
Ponente: Dr. Juan José Regadera 
Entrevistador: Superhéroe “cómo te sientes” 
Lugar: Jardines de la Consulta doctor Regadera, Murcia. 
Entrada: Gratuita 

Continuando con el Ciclo de conferencias previsto para la temporada de otoño: En la luna también hay hierba, la Consulta Doctor Regadera dedica un nuevo espacio al pensamiento y a la reflexión. En esta ocasión, el Dr. Juan José Regadera, experto en temas antropológico, fenomenológicos y analíticos existenciales, nos hablará de un nuevo ensayo que con el título: “¿Es la felicidad lo que buscamos?” dialogará a modo de entrevista con el Superhéroe ¿cómo te sientes?, introduciéndonos en el nuevo formato que bajo la denominación Conversaciones en la Consulta analizarán sucintamente el contenido de la conferencia. 

Buenos días, Doctor, 

Según nos desvela en su conferencia, después de 36 años de actividad profesional, no ha encontrado un solo problema psicológico que no tuviese su origen en el Otro. En la relación y trato con el Otro. Y sí ha encontrado una generación de personas jóvenes, innovadoras, con plena confianza en la técnica moderna, con metas basadas en la satisfacción, el gozo y el placer. Una generación que quiere aprovechar el segundo, que busca la felicidad a cada paso, en cada acto, en cada nuevo intento de alcanzar aquello que plenamente le haga sonreír y sentirse bien. En definitiva, una sociedad que busca el éxito y el triunfo social. 

Y esto, humanamente hablado, -se pregunta usted- ¿dónde podemos encontrarlo? A lo que contesta, que en nuestra intimidad. 

Añade, que los grandes filósofos, como Aristóteles o Platón siempre han entendido que hay dos tipos de pérdida de la razón: una negativa y estigmatizadora, otra, más importante y positiva, como es la pasión humana del amor. En este sentido, para muchos, no para todos, el amor puede ser un estado de entontecimiento. Otros diferencian entre el amor distante, el amor instante y el amor constante. Pero para nosotros, el amor es, “ahora” y “siempre”, más que pasión, nacimiento, nacimiento de una nueva intimidad. 

Y ahora, le pregunto Dr.: ¿Qué entiende usted por intimidad? 

Lo “intimo” no es algo “muy interior”. Tampoco la idea de la intimidad la contemplamos ligada a la idea de extrema “interioridad”. En rigor, la intimidad que defendemos no es “interior” ni “exterior”, ya que algo es interior sólo si ha sido, o ha podido ser, exterior, o bien algo está replegado, porque estaba antes desplegado. 

La intimidad que consideramos aquí, es la de aquel, que consciente de la riqueza inagotable que descubre dentro de sí, se supera a sí mismo con esfuerzo, y decide salir de sí mismo para relacionarse con el Otro, no para demostrarle lo que posee, sino para manifestarle lo que tiene. Para ver si algo de lo suyo puede servirle al Otro. 

Según usted, ¿qué condiciones tienen que darse para el nacimiento de una nueva intimidad? 

En primer lugar, es necesario valorar previamente el posible fracaso con el Otro en algunas de las múltiples modalidades de encuentro: amorosa, comunicativa, de relación interpersonal o meramente visual, y que han podido conducir a estados de soledad existencial o egoísmo. 

En segundo lugar, recuperar, a través del diálogo y la participación social, el reencuentro con nuestra luz natural interior. 

En tercer lugar, asumir que tenemos una riqueza personal que reencontrar y entregar al Otro. 

En cuarto lugar, reconocer que si “yo”, en mi intimidad personal, he tenido una experiencia o conjunto de experiencias que ofrecer al Otro, es porque “tú” estabas ahí, mientras vivía, mientras pensaba. No era “yo” quien vivía ni quien pensaba, éramos “yo y tú”. 

Y, por último, asumir que si los otros no existieran, no existiría yo tampoco. 

Visto así, nos surge una nueva pregunta: ¿Podría decirnos qué seria de nosotros sin el otro? 

No olvidemos que la persona humana, en función de sus valores y transcendiendo su individualidad, intocable, al parecer, desde Descartes, puede alcanzar la felicidad. Para ello, necesita previamente volver sobre sí para reencontrar la riqueza propia, y en principio inagotable de su intimidad, a modo de “ser uno para (el otro)”. 

No importa si la realidad de los demás se nos presenta como un constante tejer lo destejido. Más aún: un constante tejer lo que el propio tejer desteje mediante el diálogo, la comunicación, el encuentro, la convivencia con “el prójimo”, con “el amigo”, con “el ser del otro para uno”. Aún así, e incluso en las peores condiciones, nuestro corazón dejará de estar inquieto porque nos esforzaremos en alcanzar la felicidad, ya que el otro, que es “aquel”, soy yo. 

Muchas gracias, Dr. Regadera, por contestar a nuestras preguntas. 



En Murcia, a 1 de noviembre de 2020

                                


Hasta pronto

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