La calma de Ortega o los tranquilizantes. Psicoterapia humanística y existencial
La calma de Ortega o los tranquilizantes
Psicoterapia humanística y existencial
Los famosos tranquilizantes, las sustancias que los componían eran denominadas atarácticos.
Una persona angustiada que ha caído en un mar de dudas, puede no encontrar el modo de sostenerse y caer hasta el fondo. El fondo es la desesperación y para defenderse de esa desesperación y angustia puede recurrir a lo que antes denominábamos atarácticos. Porque a ese estado de ataraxia es al que pretende llegar la persona angustiada. Lo que pretende es no dejarse afectar por los problemas de la vida y por el hecho mismo de vivir.
Pero existe un modo positivo de enfrentarse con la angustia y la desesperación sin necesidad de acudir a los tranquilizantes. Ese modo constructivo es lo que definiremos como 'la calma'.
"La calma -nos decía Ortega y Gasset-, que él mismo briosamente se crea en medio de la congoja y el apuro cuando al sentirse perdido grita a los demás o a sí mismo ¡calma!"
¿Qué debes hacer si mientras estás en el cine eres la primera persona que se da cuenta de que hay fuego en la sala? ¿Gritarías ¡fuego!? ¿Se lo dirías a todos los espectadores? ¿Darías la voz de alarma? ¿Comenzarías a correr como caballo desbocado? ¿O no harías nada?
Está claro, que lo correcto en estos casos sería emprender una acción que tratase de evitar el pánico y que resultase eficaz de manera inmediata, esto es avisar, sin alborotar, a la dirección o a al acomodador.
En una situación como la anterior, no es la angustia por salir de allí cuanto antes ni el sentimiento de desesperación de creer que no vas a poder contarlo, lo que nos ofrece una solución, sino esa "calma" que ni los propios ansiolíticos pueden proporcionarnos, la que supera y pone en ella orden. Es esa "calma", la que me ayuda a reflexionar y conocer qué debo hacer. Es la "calma" donde verdaderamente me humanizo, evitando pasar por encima de los demás ante la inmediatez del peligro. Es en esa "calma" donde tomo posesión de mi vida, y en efecto, existo. Existo como persona.
La "calma" y no los tranquilizantes, me ayudan a conquistar de modo positivo "mi vida". Una vida, que, en medio del invierno, lugar de tempestades y tormentas, en los momentos más crudos de mi existir, consigo, junto a ella, estando a su lado, que los vientos dejen de soplar.
Hasta pronto
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