La felicidad en Ortega. Psicoterapia humanística y existencial

La felicidad en Ortega

Psicoterapia humanística y existencial

La verdadera materia de la que está hecha la vida humana es la felicidad-infelicidad. Todo lo demás es secundario a ella y de ella procede. 

Cuanto hacemos, cuanto pensamos, lo hacemos y lo pensamos movidos por el afán de lograr felicidad, o de evitar infelicidad. 

La palabra felicidad no podemos definirla con ningún atributo particular. No hay una figura, una imagen mental que nos sirva para explicar qué es la felicidad. 

La felicidad es la coincidencia de nuestro yo con las circunstancias. 

Cuando nuestro yo consigue en buena parte encajarse en la circunstancia, cuando ésta coincide con él, sentimos un bienestar que está más allá de todos los placeres particulares, una delicia tan íntegra, tan amplia que no tiene figura y que es lo que denominamos felicidad. Y viceversa, cuando nuestro contorno -cuerpo, alma, clima, sociedad- rechaza la pretensión de ser que es nuestro yo y le opone por muchos lados esquinas que impiden su encaje, sentimos una desazón de que no logramos ser el lo que inexorablemente somos. Este estado es lo que llamamos infelicidad. 

Instante tras instante, la vida registra, como en un balance, el debe y el haber de la coincidencia. 

Este balance suele ser expresado en gestos, con palabras u otros actos. 

La atención a esas expresiones nos ofrece uno de los métodos para descubrir el recóndito yo de una persona. 

El yo es siempre presente. 

La palabra presente, la palabra ahora, la palabra hoy, necesitan para alcanzar su significado de un yo que las pronuncie o escriba. 

El hueco de la circunstancia ceñido a la cual se siente feliz nos permite dibujar el perfil en relieve de su yo (cuando encontrándome en una circunstancia me siento feliz, es en ese instante cuando se que soy yo). 

Muchos son los componentes de la realidad que llamamos persona, pero en sentido primordial y más riguroso la persona es solo mi yo. 

Todo lo demás es cosas con que me encuentro o cosas que me pasan. 

La persona no es propiamente su cuerpo ni es propiamente su alma. 

El yo no es, nada material ni espiritual: no es cosa ninguna, sino una tarea, un proyecto de existencia. 

Esa tarea, ese proyecto, no lo hemos adoptado con libertad, a cada cual le es impuesto su yo en el momento mismo en que es yo. 

Esto no quiere decir que no tengamos la voluntad de negarse a ser ese yo, el resultado es que esta resolución nos deja tocado y convierte nuestra existencia en un tormento: la constante estrangulación de sí mismo. 

No olvides nunca que la sentencia de Ortega: “Yo soy yo, y mis circunstancias”, la oímos o la escuchamos en boca de los demás siempre incompleta. Desprovista de sentido de la responsabilidad. 

La verdadera sentencia de Ortega, dice así: 

“Yo soy yo, y mis circunstancias, si no las salvo a ellas no me salvo yo” 

Y ese sálvame yo, me corresponde sólo a mí. Es cosa mía conseguirlo o no. 

Prefiero terminar el texto de la felicidad en Ortega, con una pregunta que creo recordar le hicieron al filósofo español José Gaos cuando al preguntarle: “Don José, dígame usted, la vida es triste o alegre”, contesto: “Mire usted, la vida es, fundamentalmente, seria”. 

Juan José Regadera. En Murcia, 2018

        

                                     Hasta pronto 

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