El esfuerzo. La cuestión palpitante



La cuestión palpitante 

Nuevo formato en el que el Dr. Juan José Regadera analizará brevemente cuestiones relevantes de la realidad social. La décima sesión, dedicada al esfuerzo

La cuestión palpitante es el libro en el que Emilia Pardo Bazán reunió una serie de artículos, varios de ellos dedicados al análisis de la poética naturalista, que suscitaron uno de los más significativos debates culturales de finales del siglo XIX. Con esta fuente de inspiración, la Consulta del Doctor Juan José Regadera propone el análisis de tema de interés social. 

El esfuerzo

Julián Marías, en su obra El tema del hombre (Ed. Espasa Calpe, Madrid, 1996, pp. 278-283) dedica un capítulo a “Los antecedentes de la antropología actual” y pasa revista a los pensadores del siglo XIX que en su tiempo fueron oscuros pero que han anticipado los puntos de partida de la filosofía actual. Y es así, como asistimos al alumbramiento de las dos ideas que dominan la antropología de nuestros tiempo, y, por lo tanto, mi trabajo diario como psicoterapeuta: la vida  -en su doble aspecto biológico y biográfico o histórico- y la persona que vive esa vida.

Por mi parte, y partiendo de estas premisas, seré breve en cuanto a las alusiones a la filosofía de nuestro tiempo y me centraré en la cuestión palpitante del esfuerzo de la mano del filósofo francés Maine de Biran que nació en 1766 y murió en 1824. Su modo de hacer filosofía resultaba para sus contemporáneos incomprensible llegando al extremo de ser un verdadero galimatías –también lo es para mí-.

Lo que interesa para la cuestión palpitante de la sesión de hoy, es, que en su intento por descubrir lo que llamó el sentido íntimo, halla el yo como voluntad, como esfuerzo, que se ejerce frente a un mundo que muestra su realidad en la resistencia. Y claro, lo que descubrió fue a la persona que se opone a sí misma y de modo dinámico a él mismo. Y esto, es un precedente indispensable para la comprensión de la filosofía de la existencia o de la vida. Es decir, de la filosofía existencialista que a diario pasa por la consulta –o dicho con otras palabras, cada cual trae y viene con su propia filosofía-. 

Y es aquí, donde nos encontramos el Yo como esfuerzo.  Esfuerzo para qué, dirían ustedes. Si partimos de que la persona es, en sí misma, antitética, que se opone esencialmente a sí misma, no es de extrañar que tengamos que insistir en el sentimiento de resistencia que es donde se encuentra el problema fundamental del análisis psicológico (pero esto, claro está, pasa desapercibido en consulta y no se trata –a nadie le gusta que le digan que muestra resistencia-).

Esto es un “hecho primitivo”. Para llegar a mi sentido íntimo, necesito vencer mi propia resistencia (mi propio autoengaño o enmascaramiento) con esfuerzo y voluntad, solo así, podré alcanzar mi libertad.

Cuando trato de alcanzar mi “pensamiento primitivo”, que se supone constituye toda mi existencia individual, lo hallo identificado con el sentimiento de una acción o de un esfuerzo querido. Este esfuerzo será para mí el hecho primitivo, o dicho con otras palabras, el modo en el que busco los indicios o señales que me deben de indicar lo que quiero y, por lo tanto, en lo que tengo que esforzarme para llegar a conseguir eso que quiero. Pero, este esfuerzo, es algo personal e íntimo (nadie puede hacerlo por mí, ya que hay que hacerlo desde dentro, desde mi interior).

Y para llegar a mi interior, necesito tener fuerza de voluntad. Para qué. Para conocerme, entenderme y saber qué es lo que quiero y qué es lo que busco. Solo así podré entender el concepto de libertad, porque será una libertad para algo.

Y yo, que me sentía libre y no lo era –dirán algunos-. Sólo así, sabrás lo que es la verdadera libertad.

Encontrar el para qué de la vida. Y esto, decimos otra vez, es el sentido íntimo, mi sentimiento de esfuerzo y lucha contra la resistencia que opone el mundo exterior que, en esencia, está formado por los otros (las otras personas que no soy yo). 

El hecho primitivo es la fuerza de voluntad y he aquí mi libertad.

¿Quién me arrebatará mi libertad? La muerte es el momento en que no podré hacer nada más.

El sentimiento de esfuerzo choca constantemente con los obstáculos externos que parece la mayor parte de las veces suprimir mi libertad. Pero la libertad es dada, finalmente, en el sentimiento pleno de que puedo hacer ese esfuerzo que las circunstancias o la propia vida me reclama.

La facultad de la voluntad no es una mera facultad entre las demás, sino el origen de todas las facultades, con inclusión de las intelectuales, concebidas como modificaciones de la voluntad y, por consiguiente, derivadas de la primaria e irreductible experiencia del esfuerzo activo.

Cuando yo reflexiono sobre mí mismo, no reflexiono sobre el ser que forma mi corporalidad, sino que lo hago sobre la sustancia que soy yo. Y ese yo, es mi fuerza sustancial, mi propia voluntad que anida dentro de mí –más allá de mi propio cuerpo o de mis propias condiciones o circunstancias personales-. Y es, en ese preciso instante, cuando mi yo es capaz de crear la fuerza de voluntad. Porque esta fuerza, ya no está en mi conciencia. Esta fuerza de voluntad está adscrita en mi interior. Es mi propio sentimiento íntimo de querer o desear. Y es, justo, en ese momento, cuando estoy preparado para realizar un esfuerzo. Puedo hacerlo ahora.

Una cosa es la vida animal, otra es la vida humana, y finalmente, la vida espiritual. El esfuerzo cae en el reino de lo espiritual. Por eso, la fuerza de voluntad a la que aquí me estoy refiriendo, no yace en lo físico ni en lo psíquico, sino en el origen del conocer ese que soy yo y, por lo tanto, lo que quiero hacer con mi yo. Esto es libertad.

Libertad es creación continua del yo.  




Juan José Regadera. En Murcia

        

                                     Hasta pronto 

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