El psicólogo responde®. Duda solucionada: Número 54
Duda solucionada: Número 54
Pregunta del paciente:
Hola,
¿Se puede tener miedo a vivir ?
gracias
saludos
Gracias
por compartir con nosotros su preocupación.
He leído las respuestas de mis nueve compañeros de Bilbao, Zaragoza, Alcalá de
Henares, Valencia, Cádiz, Barcelona, Puerto Real y Sevilla a su pregunta:
¿Se puede tener miedo a vivir?
Las reflexiones de mis colegas son afirmativas e inciden en la materia de su
pregunta. Sin embargo, dada la inquietud que muestra y el interés que suscita
con su interrogante, hemos querido ampliar el contenido ofrecido por mis
compañeros ya que con su pregunta sugiere la cuestión de cómo se genera la
neurosis.
Para ello, analizaremos el “miedo a vivir” desde dos posturas: Por un lado,
desde la teoría de la evolución en el sentido de Sanjuán; y, por otro, desde la
Antropología orteguiana.
Trataremos de argumentar que el encuentro con el “Otro”, el “Tu”(es decir, las
personas) es uno de los orígenes del “miedo a vivir”.
A. Desde el punto de vista de la teoría de la evolución, los miedos más comunes
son los mismos independientemente de la cultura (una lista de los miedos más
frecuentes del Homo sapiens y de su significado adaptativo aparece a
continuación):
- Miedo a las serpientes: Evitar picadura venenosa
- Miedo a las arañas: Evitar picaduras venenosa
- Miedo a las alturas: Evitar caídas
- Pánico: Respuesta de alarma ante peligro general
- Agorafobia: Evitar lugares donde no hay refugio o escape
- Miedo de separación: Evitar daño de desconocidos
- Miedo a la sangre: Evitar depredadores
Si nos fijamos en dicha lista veremos cómo las fobias más frecuentes del Homo
sapiens en la actualidad siguen siendo peligros potenciales de la Naturaleza,
de los animales o de otros seres humanos. Peligros que, a excepción del miedo a
otros seres humanos, prácticamente no existen en la sociedad actual, pero que
eran peligros muy frecuente en el momento del origen de nuestra especie.
B. Siendo fieles a la Antropología ortogeuiana, no hay que entender las
interrelaciones con los Otros –con los demás- como algo que sucede externamente
a mi persona, sino como algo que pertenece a la circunstancia de mi vida.
“Sumergido en mi circunstancia –nos dice Ortega- desde el nacimiento veo el
mundo, las cosas, lo otros hombres y a mí mismo a través de los otros.
Habitualmente mis ideas, mis decires, mis decisiones me van siendo insufladas
sin que plena y responsablemente mis ideas las haya pensado por mi cuenta, los
decires los haya elaborado y las decisiones las haya tomado; lo pienso, lo
digo, lo hago, porque se piensa así, se dice así y se comporta uno así. Pero
nótese, ese sujeto impersonal –los Otros- no queda fuera de “nosotros”, sino
que se instala en nuestro interior; ese sujeto impersonal, lo somos –todos
“nosotros”-. Así, sigue diciendo Ortega, vemos el mundo como a través de las
rejas de una prisión.”
Y depende de las características de las personas que nos rodea, su rigidez,
agresividad, frialdad; o calor, afecto o cuidado, la imagen que el Yo se forma
de sí mismo y de las capacidades para establecer contacto con los tus.
El otro es una realidad peligrosa, cuya peligrosidad decrece al convertirlo en
Tu, pero nunca desaparece por completo y ese Tu, amenazador y distante, puede
dificultar y perturbar mi idea de mí y mi capacidad posterior de encuentro.
Puede, entonces, formarse una imagen defectuosa de mí mismo y perpetuarse mi
vida en una actitud egocéntrica, es decir, la persistencia de una situación
infantil con dificultades para el encuentro con el otro y, por lo tanto, con
dificultades para el desarrollo pleno de la vida. En definitiva, se genera la
neurosis, porque tal y como ha señalado Ortega, “la vida humana en sentido
estricto, es esencialmente soledad, radical soledad…pero desde este fondo de
soledad radical que es sin remedio nuestra vida, emergemos en un ansia no menos
radical, de compañía; por eso ha señalado Ortega que vivir es “convivir”,
“vivir una cosa de otra, apoyarse mutuamente, conllevarse, tolerarse,
alimentarse, fecundarse y potenciarse”.
En definitiva, vivir en relación, vivir con el otro.
Espero y deseo, que tanto los argumentos de Julio Sanjuán como los de Ortega
hayan cumplido la misión de responder, desde una perspectiva evolucionista y
antropológica: ¿Se puede tener miedo a vivir?
Para leer las respuestas de otros profesionales de la psicología a la pregunta n.º 54 puede acudir al siguiente enlace de doctoralia.es:
https://www.doctoralia.es/preguntas-respuestas/hola-se-puede-tener-miedo-a-vivir-gracias-saludos
Un saludo,
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